En el supermercado iraní ubicado en Terrazas del Ávila se recibe la divisa al precio del mercado negro, no la tasa del Banco Central de Venezuela. Tampoco hay restricciones con respecto al terminal del número de cédula
Pocas personas creerían que en medio de la pandemia del covid-19 –que en Caracas ya ha contagiado a más de cuatro mil ciudadanos y le ha causado la muerte a 38– en Megasis, el nuevo supermercado de capital iraní, se puedan pasar cuatro horas entre la espera para entrar, pagar, y en el chequeo para salir. Ese fue el tiempo que duró un equipo periodístico del portal El Pitazo el sábado 1° de agosto, para adquirir solo tres productos con el salario mínimo de Venezuela, establecido en 800.000 bolívares.
Megasis abrió sus puertas el pasado jueves 30 de julio y es parte de un conglomerado que posee 700 supermercados en Irán. Se encuentra en Terrazas del Ávila, municipio Sucre, y es la misma estructura que le perteneció a la cadena franco-colombiana Éxito, que luego de ser expropiada en 2010 por el gobierno de Hugo Chávez se convirtió en un Abastos Bicentenario, y luego fue una tienda CLAP, propiedad del hoy detenido empresario colombiano Álex Saab.
Desde que se llega al nuevo local comercial se observan colas. A las 10:30 am del sábado, una fila de unos 25 vehículos esperaba en la calle para entrar; había otra cola de transeúntes que aguardaban para que se les permitiera el ingreso y así unirse a la otra de unos 50 ciudadanos que esperaban bajo la lluvia para conocer el nuevo supermercado. Unos para confirmar si había ofertas; otros con dólares para gastar.
Una señora residente de Petare, quien esperaba en la larga fila para entrar, dijo que madrugó y tomó una unidad de transporte desde su casa a Terrazas del Ávila porque quería conocer el supermercado. “Yo lo vi por Venezolana de Televisión y como son amigos del gobierno me imagino que tienen ofertas. Yo tengo esperanzas de comprarme varias cositas, no mucho, porque la situación está ruda, pero al menos papel toalé, porque me dijeron que está barato”.
Mientras la cola para ingresar se acortaba, se veía un panorama variopinto: tres señoras con pañuelos que les cubrían el rostro salían con carros llenos de productos persas; otros caminaban con caras largas y un solo producto en la bolsa que trajeron para guardar el mercado; algunos con el paquete de 6 o 12 rollos de papel higiénico.
Después de superada la primera cola, en el supermercado te reciben con una especie de escáner de aeropuerto que toma una foto, mide la temperatura y rocía el cuerpo con un aerosol desinfectante. Luego que el equipo de El Pitazo culminó este paso, ya había pasado una hora y media.
Todo en dólares
En el Megasis no existen las normas que el gobierno del presidente Nicolás Maduro le ha aplicado al resto de supermercados: los precios están en dólares, la tasa que se maneja es la del mercado negro y no la del Banco Central de Venezuela, y se puede ingresar independientemente al terminal de cédula, pese a la normativa anunciada por el gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez el pasado 29 de julio.
Una de las visitantes se quejó mientras veía productos y chequeaba que muy pocos costaban menos de un dólar. “No estoy de acuerdo con que todo esté en dólares. Yo no cobro en dólares. Tengo entendido que esto no es un bodegón”, dijo la mujer mientras observaba que medio kilo de pasta estaba valorada en 0,60 dólares, que representaba la cantidad 162.000 bolívares al cambio del dólar paralelo del sábado.
En el supermercado predomina el plástico: vasos y platos de plástico de colores verde y rosa pastel; vasijas y potes para la cocina, papeleras, escurridores de vajilla, adornos para el baño, cestas de varios tamaños se encuentran valorados entre un dólar y medio y hasta 20 dólares. Los cauchos de origen iraní rin 13 están ofertados en 27 dólares, los rin 16 en 53; un señor, quien llevaba dos en su carro, dijo que estaban económicos.
Otro de los productos que se pueden adquirir en el supermercado son cobijas, maletas y ropa para hombres; la oferta para las damas es limitada.
Respecto a la comida, la oferta la encabezan los encurtidos; la mermelada de zanahoria, la miel, las gelatinas de citrón y naranja, los dátiles, la cerveza iraní, los chocolates, el curri, la cúrcuma, los jabones de baño, champús y toallas sanitarias que se fabrican en el país persa; y un refresco de una marca que, según los trabajadores del local comercial, “es muy famoso allá”. También hay paquetes de papel higiénico en 2,00 dólares (6 rollos) y 3,00 dólares (12 rollos); cubitos de res a 3,00 dólares, y ramen a 0,60 dólares.
Los productos persas conviven con los nacionales. En Megasis se encuentra Harina Pan a 1,05 dólares; refresco Glup a 1,00 dólar, la presentación mediana de mayonesa Mavesa a 1,50 dólares; frijoles rojos a 1,81 dólares; leche Carabobo, y leche Los Andes; de esta marca también se encuentran yogures y sus distintas presentaciones de jugos.
Sobre las proteínas, el cartón de huevo está ofrecido en 2,61 dólares o lo que era igual a 704.700 bolívares al mercado paralelo del viernes 31 de julio. La carne de res fue tildada de “cara” por los visitantes, pues el pedazo de proteína más económico tenía estampado 5,00 dólares. El pollo iraní, a 1,80 dólares el kilogramo; le pareció a una compradora, proveniente de La Urbina, más económico que como lo encuentra en su sector. También hay oferta de pescados: una bandeja pequeña de salmón puede salir a 2,90 dólares, pues el kilo está valorado en 23,22 dólares.
Respecto a las verduras, tienen un precio más elevado que en otros locales comerciales de la ciudad: la cebolla en 4,00 dólares el kilo, la parchita a 2,54 dólares y los plátanos a 0,60.
RECUADRO
Los “verdes”
Luego de tener en el carrito los tres productos que se pueden comprar en Megasis con el sueldo mínimo venezolano (un paquete de papel higiénico de seis rollos a 2,00 dólares y dos kilos de azúcar, a 0,60 dólares cada kilo), el equipo de El Pitazo se dispuso a hacer la cola para pagar, y aunque en la fila estaban cinco compradores, la espera se alargó a más de una hora.
Las trabas burocráticas son las que generan la lentitud. Las cajeras no pueden recibir dólares y tiene que intervenir una supervisora para recibirlos, que se encarga de llevarlos hasta el escritorio de otro señor, quien es el que se queda con el dinero. Solo hay dos supervisoras para 20 cajas.
Después de pagar viene otra cola: dos jóvenes sacan de las bolsas todos los productos que el cliente acabó de pagar y los cotejan con la factura. A las 2:00 pm era tanta la fatiga que una de las que chequea solo contaba los productos por encima de las bolsas y permitía que los compradores salieran.
Cuando culminaba la visita, un vigilante se encargó de decir: “Vuelva pronto. Disculpe las molestias”. El reloj marcaba las 2:30 de la tarde.
Daisy Galaviz/El Pitazo