¿Perder peso mientras duermes? Es algo que se puede lograr de forma moderada si colocas atención a una serie de recomendaciones hechas por expertos
Si lo que buscas en perder peso y adelgazar de manera saludable, deberías atender ciertas pautas que puedes implementar mientras duermes, de fácil aplicación y que, si las conviertes en un hábito, pueden significar una importante ayuda en una alimentación equilibrada y en la práctica frecuente de deportes como la natación, el tai chi, el yoga o la caminata.
Saber es poder: al igual que especias como el jengibre y la canela pueden darte una mano a la hora de quemar grasas y perder peso, también hay una serie de métodos y procedimientos determinados para dormir que además sirven para adelgazar, según Reader’s Digest. Pero ojo, deberás incorporarlos a tu rutina en lugar de colocarlos en práctica de forma aislada. A continuación te los damos a conocer.
Cinco métodos efectivos para perder peso mientras duermes
1. Proteínas antes de irte a la cama
En caso de que el hambre te acose en plena noche o justo antes de irte a la cama, puedes optar por alimentos ricos en proteína o por los batidos. Sobre esto, científicos de la Universidad Estatal de Florida encontraron que aquellas personas que ingirieron 30 gramos de proteína antes de dormir experimentaron a la mañana siguiente un gasto energético más alto en reposo que aquellos que no consumieron nada antes de caer en los brazos de Morfeo.
Un beneficio adicional es que las proteínas también pueden contribuir en la reparación de tejido muscular durante la noche. Entre mayor masa muscular tengas, más calorías podrás quemar en reposo.
2. Descansa en total oscuridad
Evita a toda costa la luz en cualquiera de sus formas: tanto natural como artificial. Cierra las persianas y procura descansar en una habitación limpia y ordenada. Al quedar en total oscuridad, tu organismo produce la hormona llamada melatonina, que además de producirte una sensación de somnolencia, también puede ayudarte a quemar calorías, según señala una investigación publicada en el Journal of Pineal Research.
La alteración de tus ritmos circadianos tiene efectos negativos a corto plazo en tu salud en general. Respetarlos es fundamental para tu bienestar y te ayudará a prevenir enfermedades.
3. Busca la temperatura ideal
Dormir en una habitación más fría de lo habitual te puede ayudar a conciliar más rápido el sueña, a perder peso y a disminuir la incidencia de todo tipo de enfermedades. En concreto, la temperatura ideal debería estar entre los 15 y 19 grados Celsius. No es aconsejable dormir por debajo de los 12 ni a más de 23 grados. Estos datos fueron publicados en un artículo firmado por el doctor doctor Christopher Winter, director médico de Charlottesville Neurology & Sleep Medicine.
4. Aléjate de dispositivos eléctricos y electrónicos
Antes de ir a la cama, asegúrate de apagar cualquier dispositivo tecnológico o electrodoméstico que se encuentre en tu habitación. Científicos de la Universidad de Manchester hallaron que la luz de onda corta, que emiten dispositivos móviles, detiene la producción de melatonina en el organismo y, como consecuencia, podría alterar y ralentizar tu metabolismo. Así entonces, no lleves tu móvil a la cama y dile adiós a la tele y al ordenador o la tablet un par de horas antes de acostarte.
Por otro lado, científicos de Singapur encontraron relación entre la exposición prolongada a la televisión con niveles elevados de triglicéridos y una menor adiponectina, una proteína responsable de la regulación de niveles de glucosa y la descomposición de ácidos grasos.
5. Duerme el tiempo suficiente
Para lograr que tu cuerpo obtenga un descanso saludable lo ideal es dormir entre 7 y 8 horas cada noche. Una investigación del American Journal of Clinical Nutrition descubrió que el gasto energético en reposo de las personas que duermen lo suficiente era un 5% más alto en comparación con aquellos con menos descanso. También quemaron un 20% más de calorías luego de comer que los que dormían menos horas.
Otros estudios relacionados también han determinado que la falta de sueño provoca que las células grasas pierdan sensibilidad frente a la insulina, un cambio metabólico que está vinculado a la obesidad.