Los profesores se baten en una guerra a muerte entre la vocación y el hambre

La educación es un pilar extraordinario, el conocimiento se convierte en un terrible enemigo de la ignorancia, el conocimiento abre la duda y con la duda la investigación y el desarrollo tecnológico. Un país sin educación, deriva en la tragedia humana y un país donde los educadores sobreviven a mengua gracias a un régimen patronal que asfixia, ahoga, reprime, humilla y se burla de quienes forman el futuro es la gala de la tristeza; es que ser educador en estos tiempos es más un golpe a la conciencia que una profesión.

El futuro se hace gris si no se educan las nuevas generaciones, pero quienes educan y forman se baten en una guerra a muerte entre la vocación y el hambre, es que 600mil Bs quincenales es la proeza de la subsistencia, definitivamente cuando un profesor gane igual que un general habrá algo de justicia; pero la odisea no solo termina en el aula, sino que continua en la jubilación que es tan desdichada, ya que se une con el recuerdo de lo que alguna vez fuimos los educadores.

La educación a distancia es posible, y claro que se puede, pero con Internet y bastantes megas, tristemente en Venezuela los teléfonos inteligentes son pocos y Caracas no es lo mismo que Mamporal, el coronavirus y Maduro son unos aliados perversos contra la enseñanza, veo las aulas vacías un rato más, y sin las pizarras marcadas con ecuaciones y vocales veo también un futuro como el papel milimetrado, pero si no se pudo con los piojos mucho menos se podrá con la pandemia; los docentes tienen un posgrado en la defensa de sus derechos y es que no pueden rendirse nunca porque son la vanguardia y la retaguardia de un país.

Yo en la escuela aprendí a leer, y también me enseñaron a cantar el himno, en el liceo leí «Las lanzas coloradas» y también la «Ilíada» en los libros conocí la agricultura y supe también que el petróleo se siembra –Aunque entendí la frase años después–, ya en la universidad la cosa era distinta porque tenía que trabajar y como la plata no me rendía una piedra siempre me acompañaba, es que mi profesora decía: «La revolución no se lleva en los labios.» y es que tras un pupitre comienza una gran aventura. El timbre volverá a sonar y los educadores estaremos allí ante la adversidad.

Venezuela; la patria de hombres que sembraron las letras y el ejemplo va quedando oculto en las páginas de la cuarta, es que la quinta se empeña en borrar ciertas cosas, los educadores tenemos un compromiso y una tarea que se repite cual caligrafía: «No me rindo y me rebeló contra el estado» es que el golpe más duro que le damos a la dictadura es seguir formando a los muchachos que mañana escribirán las páginas de la democracia que nosotros les enseñamos en la calle.

Profesor. Fabricio Briceño
Militante de _Bandera Roja_
Los Teques – Edo. Miranda

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