Hay un tema muy en boga en estos momentos a raíz de los muchos inconvenientes que ha ocasionado y es la ciberseguridad. Por lo general en la memoria de los venezolanos están presentes los métodos “rudimentarios” de los ladrones que trataban de adueñarse de propiedades. La violencia en las barreras físicas para acceder a inmuebles o directamente hacia las víctimas era y es algo común aún. Pero, a medida que el tiempo transcurría y aparecían nuevas tecnologías, el criminal no dejaba pasar por alto la posibilidad de incorporarlas a sus “herramientas de trabajo”. Los primeros teléfonos móviles fueron utilizados para comunicar extorsiones y facilitar secuestros. Al llegar las versiones inteligentes de estos equipos, las redes sociales fueron analizadas por los delincuentes quienes encontraron allí un nuevo “nicho de mercado”.
El término “Pran”, se usa para identificar a líderes negativos que, estando ligados al delito, ostentan posiciones de poder en grupos que pueden estar tras las rejas o actuando libremente en la calle. Una percepción errada, es que un líder de esta naturaleza basa totalmente su dominio en la fuerza. Si bien es cierto que las amenazas, las armas de fuego y los daños a la integridad física de terceros son frecuente, no son las únicas opciones. Por otra parte, muchos criminales se han caracterizado por una amplia capacidad de resolver problemas, por lo que hacen uso de su inteligencia y creatividad para diseñar e implementar nuevas maneras de alcanzar objetivos. Tienen todo el tiempo y toda la motivación para hacerlo.
Cuando el ciudadano común escucha el término “ciberseguridad”, por lo general lo relaciona con sofisticados ataques que se originan en países muy lejanos y que están dirigidos a grandes corporaciones. La realidad es que hay otras modalidades que están dirigidas a atacar al individuo. En estos casos los criminales apuestan a la ganancia por volumen que incrementa sus posibilidades de éxito al identificar vulnerabilidades que no van a dejar de pasar por alto.
El uso de tecnologías con fines ilícitos va desde drones para traficar drogas hasta estafas inmobiliarias mediante páginas web de empresas fantasmas. Existe una premisa común y es la de dar prioridad a las opciones que ofrezcan la mayor ganancia con el mínimo esfuerzo y probabilidades a ser capturados por las fuerzas de la ley. De allí que bandas sin un alto nivel de complejidad, pero motivados por las ganancias y las ventajas que ofrecen ciertos entornos, cada vez más incursionan en el ciberdelito. A continuación, nombro algunos de los casos más frecuentes en el caso de Venezuela:
Sextorsión: Los criminales mediante mensajes spam a correos electrónicos informan a las víctimas potenciales, que han incorporado en su computadora un virus, que les ha permitido monitorear su ingreso a páginas web de pornografía y hasta obtener imágenes mediante la cámara del equipo. Amenazan con enviar a la lista de contactos las evidencias de los hábitos sexuales sino pagan una cifra en bitcoins. El uso de criptomonedas y las facilidades que otorga la Internet para el anonimato, dificultan en primera instancia lograr la trazabilidad de los fondos e identificar a los culpables, quienes pueden estar en la misma ciudad o en el otro lado del planeta.
Ataque a niños y jóvenes: Por lo general, son identificados como los eslabones más débiles del grupo familiar. Con una mezcla de astucia y suplantación de identidad, los delincuentes se hacen pasar por menores de edad para obtener información de los adultos. Al hacerse de información tal como dirección del domicilio y horarios, se les facilitan secuestros, extorsiones y robos. Por eso es muy importante cuando se toman fotografías de los niños evitar que se vea el emblema del colegio o la academia de karate o baile según sea el caso, debemos estar muy atentos a no dar información de manera subjetiva.
Estafas: Portales que se dedican a la venta de todo tipo de productos, insumos o servicios, cada vez reciben más reclamos y denuncias por víctimas de estafas. Los ladrones crean páginas web idénticas a las originales y emiten emails o mensajes en redes sociales con ofertas. Los casos van desde productos falsificados o que jamás son entregados al comprador, hasta pagos de reservaciones en hoteles a cuentas bancarias que son de los criminales.
Sustitución de identidad: Los delincuentes logran superar las claves de acceso de las cuentas de las víctimas. A continuación, se comunican con los contactos que aparecen en la red social o cuenta de email y ofrecen vender o comprar dólares, a precios sumamente bajos, ya que “se trata de atender una emergencia”. Al no verificar personalmente con el titular de la cuenta la veracidad de la oferta y transferir los fondos se pasa a formar parte de la lista de víctimas. Es uno de los delitos más comunes hoy dia.
Se hace necesario implementar hábitos de prevención en la familia y prestar especial atención a cada nueva modalidad criminal, ya que subestimarlas no es opción.
@adogel
Adolfo M. Gelder