David Uzcátegui
Tras una turbulenta etapa histórica, Bolivia acaba de sellar el final de un periodo de incertidumbre acudiendo a las urnas electorales, un año después de la abrupta salida de Evo Morales del poder.
Sin embargo, para muchos hay sorpresa ante los resultados, porque hasta el momento de escribir estas líneas, se apunta a que es justamente el partido del expresidente el que ha resultado favorecido en la contienda.
Mientras tanto y para inquietud del continente, hay desacuerdos de cara a los resultados. Algo extremadamente delicado en un país que está intentando salir de tiempos turbulentos y que iba justamente a la cita comicial con el fin de sanar heridas.
Por esto muchos en el mundo, y especialmente los latinoamericanos, estamos atentos a los acontecimientos en esa nación vecina.
Según los resultados preliminares que tenemos a mano, el candidato presidencial por el MAS, Luis Arce, suma el 54 por ciento de los votos válidos; mientras que el aspirante de la alianza Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, su rival más cercano, reúne 29,35 puntos porcentuales.
La Organización de Estados Americanos descartó que se produjeran “acciones fraudulentas” durante las elecciones y agregó que los resultados otorgarían un “alto nivel de legitimidad” al gobierno de Luis Arce, quien encabezó la candidatura del Movimiento al Socialismo.
El informe preliminar emitido por los observadores electorales de la OEA, señala que «La ciudadanía votó libremente” y también subraya la fiabilidad de las instituciones bolivianas y del proceso electoral en su conjunto.
Incluso el gobierno de Estados Unidos se pronunció favorablemente ante la información, felicitó a Arce y David Choquehuanca, como presidente y vicepresidente electos de Bolivia.
En una nota del Secretario de Estado, Mike Pompeo, se calificó de «creíbles» las elecciones y adelantó el interés norteamericano de trabajar en asuntos de interés mutuo.
Sin embargo, una sociedad que viene de una etapa compleja, como es este caso, tiende a prolongar la turbulencia. Y el único antídoto es justamente la rigurosa ejecución del calendario electoral, con veedores fiables y la máxima transparencia posible.
Mientras el conteo de los votos continuaba desarrollándose, los partidarios de Mesa salieron a la calle a protestar, inquietando aún más a una colectividad que ya viene de muy recientes angustias.
Lamentablemente, es lógico pensar que las circunstancias previas a las elecciones acostumbraran a la ciudadanía a desconfiar. Es lo que sucede cuando el violentar las leyes se hace hábito y costumbre y hay hombres supuestamente ungidos, elegidos para conducir los destinos de un país por alguna suerte de providencia sobrehumana.
Y si bien todo apunta a que el MAS se ha hecho legítimamente con el gobierno de Bolivia, también hay que recordar que Morales, mientras ejercía el poder, se antojó de un nuevo mandato que atropellaba el marco legal boliviano.
Fue por ello que estalló una crisis que llevó a su tierra hasta el borde y que se saldó con su salida del gobierno.
Tan dolida ha quedado Bolivia que ahora desconfía por encima de lo que parecen haber sido las medidas adecuadas para garantizar la transparencia de las elecciones.
Y es así como el partido de Evo Morales está a las puertas de tomar nuevamente el poder, esta vez por elecciones legales, cuando hace apenas un año fue desalojado del mismo por sus excesos. ¿Sabrán aprovechar esta nueva oportunidad?
Interrogado sobre el papel del ex mandatario en un nuevo gobierno, Arce dijo: “No lo hemos discutido. Evo ya no es el presidente del país, pero tiene un papel: es el presidente del partido, es el líder histórico e indiscutible del proceso. Nadie va a quitarle a Evo el papel que tuvo, especialmente a nivel internacional. Pero eso no significa que vaya a gobernar. El que va a gobernar soy yo”.
Para muchos es una paradoja que sea la misma organización política regrese al poder por el voto; pero es una realidad y es lo que ocurrió. Y eso no quiere decir que no se puedan encauzar los hechos futuros por un sendero mucho más correctos.
Hay que recordar también que, paralelamente a sus excesos en lo político, la gestión de Morales arrojó en algún momento buenos números en lo económico y fue justamente responsabilidad del que hoy ha sido reconocido como presiente electo. Tocará citar aquella famosa frase de Bill Clinton: “¡Es la economía, estúpido!”. Sería una explicación muy válida de lo que sucedió.
Queda pues estar vigilantes y apostar a lo mejor para esta nación hermana.
Lo que resta es decir que esperamos una rectificación de la historia de hoy en adelante. Que los nuevos gobernantes vengan desde el primer día con el apego a la Constitución y a las leyes, que es lo único que puede garantizar la paz en cualquier lugar.