Más de 100 kilómetros es la distancia que separa a Güiria, en el extremo nororiental de Venezuela, de Puerto España, la capital de Trinidad y Tobago
Aunque no es mucho el trecho marítimo que separa las costas venezolanas de la isla de Trinidad y Tobago, el mismo representa una peligrosa travesía llena de dificultades, sobre todo si se realiza en pequeñas embarcaciones pesqueras.
Pero esto, no es un obstáculo para que muchos venezolanos que huyen de la crisis que vive el país asuman el riesgo que cruzar el Golfo de Paria para llegar a la isla de Trinidad.
Muchos han muerto en un número importante de casos, pero el que más ha llamado la atención es el ocurrido el pasado fin de semana, cuando la Guardia Costera trinitaria informó en un comunicado la aparición de once cadáveres que fueron encontrados flotando en el mar. Sin embargo fuentes informativas señalan que las autoridades trinitarias impidieron el desembarco de los venezolanos y sin considerar el riesgo que corrían los obligaron a devolverse a pesar de la presencia de niños en la embarcación, lo que ha sido calificado como una falta de sensibilidad humana censurable y la causa de la tragedia.
Las autoridades venezolanas ratificaron la noticia mediante otro comunicado, en el que además agregaron que habían hallado otros 3 cuerpos sin vida, elevando la cifra de fallecidos a 14.
Un marino experimentado explicó que El tramo de Güiria a Trinidad es sumamente complicado.
porque primero se debe arribar a Macuro, una pequeña y remota localidad cuya única vía de acceso es marítima, desde allí las embarcaciones se lanzan al mar con la esperanza de llegar al otro lado y completar su aventura hasta Trinidad.
Para completar el viaje que dura poco más de dos horas es necesario atravesar una zona sumamente peligrosa llamada La Boca del Dragón, una serie de estrechos que separan el golfo de Paria del mar Caribe. Algunas veces las condiciones atmosféricas pueden complicar aún más la travesía.
La Boca de Dragón es un lugar muy peligrosopara las embarcaciones porque allí chocan varias corrientes de aguas, que dificulta el paso de peñeros y embarcaciones pequeñas.
Los que se atreven a desafiar el peligro además casi siempre salen de noche, para ampararse en en la oscuridad y así evitar ser capturados por las autoridades trinitarias.