Todo indica que comenzando el año 2021 el gobierno nacional dictara por lo menos los primeros 14 días de cuarentena radical extrema, esto debido al incremento de casos de contagios en el país, hasta el momento que escribí esta columna habían 112.636 casos positivos con 1.018 ciudadanos fallecidos, aunado al repunte mundial de nuevas cepas de virus y contagios.
En enero de 2020 el Foro Económico Mundial publicó su acostumbrado informe anual sobre riesgos globales, basándose en los resultados de una encuesta realizada entre el liderazgo económico y político de mayor relevancia mundial. El informe ubicaba a las enfermedades contagiosas en la décima posición en relación con su impacto sobre el mundo y le otorgaba una probabilidad de 2.8 sobre 5 puntos. Temas como los ciberataques, el acceso al agua potable, el clima y su deterioro o la pérdida de la biodiversidad estaban según ese documento muy por encima del riesgo global que representaban las enfermedades de contagio.
Es evidente entonces que las capacidades que tenemos hoy para predecir una pandemia de rápido desarrollo son muy limitadas como lo ha sido en el pasado imaginar que ocurriría algo como el 11 de septiembre o el Tsunami de Fukushima. Y es que los riesgos de altos impactos y bajas probabilidades o como se le conoces Los Cisnes Negros (tema ya tocado en esta columna) como los bautizo en su libro: El Impacto de lo Altamente Improbable, el matemático Nassim Taleb en el año 2007, son difíciles de prevenir y más aún pronosticar. Como otros cisnes negros que el mundo ha vivido, dejan tras de sí, profundos aprendizajes y costosas consecuencias.
Gerenciar cisnes negros es el reto más exigente al que se puede someter el liderazgo, y de ello no escapan los directores, gerentes y jefes de seguridad, lo que inicio a finales del año 2019 como un virus contagioso en Wuhan una importante ciudad china de casi 11 millones de habitantes en la región central del país, termino infectando a más de 80 mil personas en China y cobrando la vida de 3 mil personas en apenas dos meses, para luego esparcirse por todo el mundo en pocas semanas y llegar a la fecha en la que estoy escribiendo este articulo a 2.865.000 personas fallecidas y más de 80 millones de personas contagiadas lo que representa el 1% de la población mundial.
Para la gestión de seguridad, la pandemia del Covid-19 no es un riesgo común que puede abordarse bajo los mismos criterios con los que se atienden los incidentes de secuestro, casos de fraude, lesiones personales o daños patrimoniales.
Para administrar adecuadamente los procesos de seguridad vinculados a la pandemia dentro de una organización, necesitamos conceptuar algunos elementos básicos del riesgo:
El coronavirus Covid-19 es la amenaza.
Las omisiones, defectos o debilidades que tenga la organización con relación al manejo del virus son sus vulnerabilidades.
El contagio (infección) que sufra algún miembro de la organización será la materialización del riesgo.
De la dificultad (o facilidad) que tenga el virus de contagiar a los miembros de la organización dependerá la probabilidad que se le asigne al riesgo.
De la dificultad (o facilidad) que tenga el virus de contagiar a los miembros de la organización dependerá la probabilidad que se le asigne al riesgo.
Los procesos claves afectados debido a las personas contagiadas (o la cantidad de personas) dependerá el dimensionamiento del impacto que genere el riesgo en la organización.
La gestión del riesgo de contagio, desde la perspectiva del responsable de la seguridad en la organización, debe tener su punto de inicio en la reducción de las vulnerabilidades. Mientras menos brechas se le dejen abiertas a las amenazas, las probabilidades de contagio reducirán de manera sensible. En este sentido, los procesos de protección y prevención contienen varias tareas; desde la formación de conciencia situacional del problema (parece mentira que aún existen personas que piensan que el covid-19 es mentira), hasta el uso correcto de equipos de protección personal si fuese el caso.
Todo aquello que se implemente para mantener al virus (amenaza) fuera del alcance de las potenciales víctimas de contagio pertenece al ámbito preventivo. Es así como, la actualización de procedimientos, normas y políticas relacionadas con el distanciamiento social, horarios de trabajo, opciones de trabajo a distancia, medidas de cuarentena sobre personas que hayan estado en contacto con enfermos, la capacitación de personal que deba atender posibles contagios y la distribución de información de calidad en relación a síntomas y signos de la enfermedad van a incidir positivamente, tanto en la probabilidad como en el impacto que genere el riesgo en la organización.
Como complemento, en el proceso de planificación, el director de seguridad es el principal responsable de la recolección, procesamiento, análisis y diseminación de la información sobre la pandemia, así como buscar y compartir practicas exitosas de gestión con otros miembros del gremio (networking), a fin de acelerar las curvas de aprendizaje y capitalizar éxitos tempranamente.
Para algunos profesionales de la seguridad estos pueden ser momentos de fracasos o agobios, mientras que para otros puede resultar en la gran oportunidad para demostrar las capacidades que han desarrollado a lo largo de su profesión. En mi caso, lo veo como un momento excepcional para impulsar a la organización hacia una seguridad positiva, es decir, preparada para asumir con previsión y resiliencia los cisnes negros que la realidad nos pone en el camino
Feliz Año Nuevo 2021