Si por algo será recordada la realidad de nuestra Venezuela de 2020 además de la pandemia es por las extraordinarias cifras de inseguridad. Desafortunadamente, los esfuerzos de las autoridades, si bien se reconocen, no han sido suficientes para contener la cantidad y calidad de las amenazas que a diario nos victimizan, Entre los datos más significativos destacan el robo y hurto de vehículos y, en particular el de motocicletas.
Tan solo el pasado año 2020 y según datos oficiales, 46.000 vehículos fueron hurtados y robados en el país. De estos delitos, en el 60% de los casos el objeto siniestrado fue una moto. Estamos hablando de unas 73 unidades por día.
Resulta complicado estimar cuántos de estos hechos pudieron haber sido evitados si los dueños de motocicletas hubiesen reducido las oportunidades de actuación al delincuente. Una aproximación indirecta se puede obtener al revisar que, del total de motocicletas siniestradas, el 30% – alrededor de 8.200 – fueron hurtadas a sus dueños cuando se encontraban estacionadas en la vía pública, en lugares de trabajo o desde sus viviendas.
En este sentido, por muy pequeña que sea la medida de protección que tomemos para asegurar el vehículo, esta va a redundar sensiblemente el impacto de los hurtos sobre nuestro patrimonio, y es así, porque a pesar del incremento desmedido en el hampa, buena parte de los ciudadanos aún no tenemos suficiente conciencia de los riesgos que corremos cuando ponemos un pie en la calle.
Para abordar y cambiar esta realidad que tanto nos afecta, debemos comenzar por la recomendación cero, que es la base de cualquier estrategia para vivir más seguros. Se trata de la Prevención. De ella, deriva prácticamente toda acción posterior.
La prevención es la forma de efectos más duraderos, de mayor impacto positivo y más económica que tiene la seguridad. Las motocicletas son un medio de transporte rápido, pero sobre todo cómodo para desplazarse por las ciudades. El conductor de motos circula por cualquier vía y se estaciona en pequeños espacios, sin considerar en muchas ocasiones su protección personal o la de su vehículo.
Un principio básico en el desarrollo de la conciencia de riesgo es entender que la comodidad y la seguridad no son necesariamente compatibles, más bien se contraponen. De aquí, que pasar de las facilidades del tránsito motorizado a los rigores y las exigencias de la prevención puede ser complicado.
Cuando se desplace en dos ruedas recuerde que no sólo se trata de hacer lo fácil, también debe hacerse lo correcto. Respetar las leyes de tránsito, usar equipos de protección personal y resguardar nuestra moto para que no sea presa sencilla de la delincuencia son un buen comienzo.
Un elemento muy importante a tener en cuenta al momento de usar una moto es la relación proporcional entre tiempo y riesgo. A más tiempo que pasemos en la vía pública, mayores probabilidades que algún incidente ponga en peligro la vida y el vehículo. Por ello, en estas épocas de amenazas diarias es clave planificar las salidas, más aún cuando sean trayectos largos o extraurbanos.
Antes de salir, tenga en cuenta si debe hacer paradas en el trayecto, las vías que va a tomar y el lugar de destino final. Es clave salir y llegar con la luz del día. La mayoría de los incidentes ocurren en horas nocturnas. Las vías más transitadas, aunque pueden ser más lentas son también más seguras, pues el delincuente prefiere lugares aislados y desde donde pueda huir con rapidez. No sobreestime las capacidades de su motocicleta ni sus habilidades como conductor, en ocasiones nos confiamos excesivamente sin contar con elementos externos como el pavimento mojado o la topografía del lugar.
Si usted es abordado por el hampa y se encuentra sometido, las probabilidades de escapar son casi nulas, no intente acciones heroicas. La mayoría de las víctimas fatales durante un robo ocurren precisamente por imprudencia. Tener una motocicleta representa una inversión en riesgo. Usualmente las empresas aseguradoras no emiten pólizas para cubrir pérdidas de este tipo de bienes, por lo que, junto a la inflación y la escasez, recuperar su valor una vez que se pierde resulta muy complicado.
Es necesario entonces protegerla cuando se encuentre estacionada. No deje su moto en la acera o en la vía pública, busque un lugar resguardado donde estacionarla. Seleccione espacios abiertos, iluminados y si es posible vigilados. Lleve consigo un dispositivo de calidad para bloquear el movimiento de la moto, seleccione candados resistentes diseñados especialmente para este tipo de vehículos. Recuerde que el sistema de protección es al mismo tiempo, un disuasivo para el delincuente.
Los tiempos que vivimos exigen nuestra mayor atención a la seguridad. Mientras más conscientes estemos de los riesgos, estaremos mejor posicionados para tomar medidas preventivas. No deje su protección y la de su motocicleta al azar, seamos previsivos y prudentes, es la mejor garantía para regresar sano y completo a nuestro hogar.
@adogel
Adolfo M. Gelder