La disputa por el Esequivo nuevamente entra en calor

La disputa por el territorio  Esequivo es un conflicto que enfrenta a Venezuela y Guyana desde hace 180 años y aunque las tensiones por el control de la región rica en recursos minerales han persistido durante todo este tiempo, en los últimos meses se han agudizado tras abandonar el gobierno de Nicolas Maduro la tolerante política que puso en practica Hugo Chavez con el propósito de incorporar ese país a UNASUR y tratar de consolidar su liderazgo regional.

Como demostración de esta nueva política, el pasado 21 de enero, la armada venezolana interceptó dos embarcaciones guyanesas, que acusó de pescar «ilegalmente» en aguas venezolanas.

El gobierno de Guyana asegura que los barcos el  Lady Nayera y el Sea Wolf operaban dentro de su Zona Económica Exclusiva, pero Venezuela alega que estaban en aguas de indiscutible soberanía venezolana.

Guyana ha elevado su protesta ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y la institución ha condenado la «detención ilegal» de las embarcaciones y ha exigido la liberación de los ciudadanos guyaneses detenidos.

Un poco de Historia

El Esequibo también conocido como la Guayana Esequiba comprende 159.000 kilómetros cuadrados ricos en recursos naturales y forestales, y constituye dos tercios del territorio guyanés.

Caracas y Georgetown nunca han logrado ponerse de acuerdo sobre el trazado de la frontera que los separa y la región del Esequibo figura  en los mapas venezolanos con un rayado denominado «Zona en Reclamación».

El presidente guyanés Irfaan Ali ha rechazado las acciones de las autoridades venezolanas, que incluyen la creación de una nueva zona marítima denominada «Territorio para el desarrollo de la Fachada Atlántica», con el fin de «salvaguardar», las fronteras y la Zona Económica Exclusiva del país caribeño.

Se trata de una disputa que cuenta con múltiples episodios y que se intentó resolver en un tribunal en París en 1899 y que desde que se firmó el Acuerdo de Ginebra entre Venezuela y Reino Unido en 1966 mantiene un status quo.

La Guayana Esequiba fue en un principio controlada por el imperio español y el holandés, que más tarde se lo cedería a los británicos.

Formó parte de la Capitanía General de Venezuela, cuando esta fue fundada en 1777, y luego fue integrada a la naciente República de Venezuela, por un breve periodo, a partir de 1811.

«En 1819, con la creación de la La Gran Colombia, Gran Bretaña reconoció el curso del río Esequibo como la frontera», según cuenta el historiador venezolano Manuel Donís, un experto miembro de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela que ha dedicado 35 años al estudio histórico de las fronteras del Esequibo.

«Cuando Venezuela se separa de la República de Colombia en 1830, el río Esequibo quedó como el límite de la República de Venezuela –dice- Eso fue reconocido durante gran parte del siglo XIX hasta que se encontró oro en la cuenca del río Yuruari, en la Guayana Venezolana, lo que desencadenó la ambición británica por ese territorio».

Londres había adquirido el territorio en 1814 -alrededor de 51.700 kilómetros cuadrados en ese entonces-, mediante un tratado con los Países Bajos, pero el pacto no definía su frontera occidental y por eso los británicos designaron en 1840 al explorador Robert Schomburgk para que la trazara.

Poco después se dio a conocer la llamada «Línea Schomburgk», un polémico trazado que reclamaba cerca de 80.000 kilómetros cuadrados adicionales.

«Una segunda línea fronteriza ya avanzaba hacia el occidente del río Esequibo, y a estas líneas le siguieron otras. Schomburgk muere, pero Gran Bretaña modifica los mapas y pretende prácticamente llegar con una cuarta línea hasta la población venezolana de Upata», explica Donís.

La posición de EEUU

Venezuela sabía que no podía enfrentarse sola al imperio más poderoso mundo y por eso buscó el respaldo de EEUU, que comenzaba a perfilarse como una potencia emergente.

Tras la insistencia venezolana y la presión del entonces presidente estadounidense Grover Cleveland y la de su exembajador en Caracas, en enero de ese año la Cámara de Representantes de EE.UU. propuso la Resolución 252 al Congreso que recomendaba que la disputa fuera resuelta en un arbitraje internacional.

 El Presidente Cleveland había declarado anteriormente en una polémica intervención que la línea fronteriza en el Esequibo había sido ampliada «de una manera misteriosa».

Al principio Reino Unido rechazó la intromisión estadounidense, pero Londres sabía que no podía darse el lujo de entrar en una nueva guerra con el gigante de Norteamérica, que se mostraba inflexible en su decisión de apoyar a Venezuela, y terminó por aceptar la propuesta.

El 2 de febrero de 1897, EE.UU., en representación de Venezuela, y Reino Unido firmaron un tratado en Washington para someter la disputa a un arbitraje internacional.

Venezuela, persuadida de que se aplicaría el uti possidetis iuris, un principio legal del Derecho Internacional que les garantiza a los Estados administrar territorios que geográfica e históricamente les pertenecen- aceptó acudir a un tribunal en París.

«De acuerdo con el uti possidetis iuris, el territorio que era considerado como Venezuela cuando era una colonia española, debía ser el mismo cuando se convirtió en república. Venezuela actuó de buena fe, pero fue víctima de una componenda entre los estadounidenses, los británicos y (el jurista ruso) Friedrich Martens», afirma el historiador

El Laudo Arbitral

Pero la comisión terminó actuando el 3 de octubre de 1899 a favor de Reino Unido, estableciendo la «Línea Schomburgk» como la frontera entre ambos territorios. Al polémico fallo se le conoce hoy como el Laudo Arbitral de París.

Medio siglo después, surgieron evidencias que denunciaban la complicidad entre los delegados británicos y el jurista Friedrich Martens, cuyo voto fue decisivo para el fallo en contra de Venezuela.

Tras la muerte de Severo Mallet-Prevost -un abogado estadounidense que formó parte de la defensa de Venezuela en el Laudo Arbitral de París-, su representante legal hizo público en 1949 un documento que Mallet-Prevost había escrito cuatro años antes, en el que denuncia que el laudo fue una componenda política.

«Tres jueces que tenían la mayoría dispusieron del territorio de Venezuela, porque los dos jueces británicos no estaban actuando como jueces, sino que lo hacían como hombres del gobierno».

En el texto, Mallet-Prevost concluye que: «La decisión del tribunal fue, en consecuencia, unánime; pero, si bien es cierto que dio a Venezuela el sector en litigio más importante desde un punto de vista estratégico, fue injusta para Venezuela y la despojó de un territorio muy extenso e importante sobre el cual la Gran Bretaña no tenía, en mi opinión, la menor sombra de derecho».

El documento además indica que el juez Friedrich Martens no fue imparcial y persuadió a una de las partes para que aceptaran una controvertida propuesta que él mismo había redactado.

«Venezuela considera que el Esequibo fue tomado de forma ilegítima e ilegal por Gran Bretaña el siglo XIX, por eso lo reclama», dice el historiador Tomas Helmut Straka, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

El Laudo Arbitral de París, afirma, fue un acuerdo amañado y «una típica componenda» entre los grandes imperios de la época.

Las revelaciones de Mallet-Prevost sirvieron para que Venezuela denunciará el laudo ante el mundo y lo declarara nulo e írrito.

Independencia de Guyana

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial y con la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se inicia el proceso de descolonización, en el que varias colonias europeas se independizan y nace una coyuntura favorable a la revisión de este laudo.

Además de la información revelada por Mallet-Prevost, los jesuítas venezolanos Hermann González Oropeza y Pablo Ojer Celigueta corroboraron y encontraron aún más evidencia de lo sucedido en París, urgando en los archivos británicos que suelen abrirse al público después de 50 años ocurrido un hecho.

Guyana formó parte del Imperio británico hasta su independencia en 1966.

Con toda la documentación en la mano, el gobierno del entonces presidente de Venezuela Rómulo Betancourt se da a la tarea de denunciar ante las Naciones Unidas en 1962 a través de su canciller las irregularidades halladas, con el fin de que Reino Unido acceda a una revisión de del laudo arbitral.

Pero, tras múltiples reuniones en Londres, Reino Unido se niega a una revisión de la sentencia arbitral.

No obstante, un hecho histórico juega a favor de Venezuela: la inminente independencia de la Guayana Británica.

«El movimiento independentista y la fuerza que tenía la reclamación venezolana con la documentación que se había dado a conocer y que está plasmada en el ‘Informe que los expertos venezolanos para la cuestión de límites con Guayana Británica presentan al Gobierno Nacional’, conllevan a los británicos, y a un grupo de guyaneses que estuvieron presentes, a firmar el Acuerdo de Ginebra», detalla el historiador Manuel Donís.

Firmado el 17 de febrero de 1966, apenas tres meses antes de que se reconociera la independencia de Guyana, el Acuerdo de Ginebra es un tratado aún vigente que reconoce el reclamo de Venezuela y que busca encontrar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la disputa limítrofe.

El pacto indica que si los dos países no pueden ponerse de acuerdo en una solución pacífica, el Secretario General de la ONU debe elegir posibles mecanismos de solución, contenidos en el artículo 33 de la carta de Naciones Unidas

Pero hasta el momento, los esfuerzos de mediación de Naciones Unidas han resultado infructuosos.

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