Así lo reseñó ABC, Hakan Aysal, de 40 años, fue arrestado por el asesinato de su esposa Semra Aysal, de 32, y su bebé mientras estaban de vacaciones en Butterfly Valley en la ciudad de Mugla, Turquía. El suceso ocurrió en junio de 2018, aunque es ahora cuando se está juzgando.
La pareja estuvo haciendo fotos en el acantilado, y los fiscales dicen que lo que se creyó que era un accidente fue un asesinato perpetrado por Aysal para poder cobrar el seguro que contrató poco antes de la muerte de Semra.
En la acusación preparada por el delito de «asesinato deliberado» contra el marido, se afirma que él «planeó el asesinato de su esposa contratando primero un seguro de accidentes personales en su nombre con una garantía de 400.000 liras turcas (£ 40.865) y donde el único beneficiario era él mismo».
Los fiscales afirman que la única razón por la que se sentaron en la cima del acantilado durante tres horas fue para que él pudiera asegurarse de que no hubiera nadie cerca. Alegan que tan pronto como Aysal se dio cuenta de que estaban solos, la mató deliberadamente empujándola por el acantilado.
La acusación también señaló que Aysal había reclamado el pago del seguro poco tiempo después, pero fue rechazado cuando se dio a conocer la noticia de la investigación.
El Tribunal Superior de lo Penal de Fethiye ha dictaminado que debe permanecer bajo custodia por asesinato premeditado, aunque continúa la investigación, según informa el medio turco DHA. En una declaración grabada en vídeo, el tribunal escuchó al hermano de la víctima, Naim Yolcu, quien dijo: «Cuando fuimos al Instituto de Medicina Forense a buscar el cuerpo, Hakan estaba sentado en el coche. Mi familia y yo estábamos destrozados, pero Hakan ni siquiera parecía triste». Añadió: «Mi hermana siempre estuvo en contra de pedir préstamos. Sin embargo, después de su muerte, supimos que Hakan había tomado tres préstamos a nombre de mi hermana. Además, Semra tenía miedo a las alturas».
Él ha negado ser responsable de su muerte, diciendo: «Después de hacer una foto, mi esposa puso el teléfono en su bolso. Más tarde me pidió que le diera el teléfono. Me levanté y luego escuché a mi esposa gritar detrás de mí cuando me alejé unos pasos para sacar el teléfono del bolso. Cuando me di la vuelta, ella no estaba allí. No empujé a mi esposa».