Por: Aníbal Sánchez
La propuesta de acuerdo político debe partir de un pacto unitario en los bloques, con el fin de aglutinar los diferentes liderazgos políticos y sociales; el no hacerlo o intentarlo solo ha dejado malas experiencias en el pasado.
Con el inicio de un nuevo período legislativo de la Asamblea Nacional (AN) se le dio continuidad al plan que se venía desarrollando en la Mesa de Diálogo Nacional para alcanzar un acuerdo entre partidos políticos; esto en opinión de muchos no es la vía pues estaría quedando por fuera un sector de la oposición y sociedad civil, que solo visualiza acuerdos para enfrentar a Nicolás Maduro.
Lo que propongo es la creación de un “Pacto Unitario por Venezuela”, no es un llamado a compartir una hoja de ruta bajo un liderazgo, es lograr un mínimo consenso de todas las fuerzas políticas o sociales, posibles, para diseñar una agenda política, que encamine al país hacia la superación de la crisis, iniciando por la atención de la pandemia del coronavirus e inmediatamente los aspectos socio-económicos.
“No pongo en duda que una vez instalado el foro o mesa, resulte que el conducir al país en esta ruta, conlleve el cambio de Gobierno y de modelo”.
El Pacto Unitario o de gobernabilidad no se puede limitar exclusivamente a los partidos políticos, se debe extender a las agrupaciones (sociales, académicas, gremiales) de la sociedad civil, desde los cuales se escucharán propuestas para construir el pacto.
Entre las primeras acciones no puede estar el desconocimiento o persecución al otro, e incluso el apartarse de la agenda constitucional (elecciones) que se encuentran en el transitar de la ruta. La movilización ciudadana es clave en el éxito, esta debe ir dirigida a visibilizar la crisis, el acompañamiento social y el logro de reivindicaciones.
El llamado a la construcción de un diálogo, no puede ser excluyente, ni desde el exterior, esto le restaría en su carácter nacionalista, haciendo más difícil la identificación con la propuesta. “Idea esta que seguramente provocará deserciones y repuestas desde los laboratorios de redes”, pero estamos en un momento crítico que amerita responsabilidades.
Algo de lo aquí expresado, les sonará parecido a lo dicho por Juan Guaidó, Henrique Capriles, Leopoldo López o María Corina Machado, pero en esta no está nada escrito ni se tienen fórmulas o conclusiones. Los que decidan participar conservarán su identificación partidista, su línea ideológica, pero acuerdan un mínimo de actuación en función de objetivos únicos, consensuados.
A diferencias de otras propuestas, no se requiere un coordinador de factores políticos, porque los que así lo decidan son parte. La articulación con las organizaciones o foros políticos internacionales sería por los canales naturales, sin que esto signifique la delegación en un cuerpo diplomático.
“No se puede seguir actuando a espaldas del pueblo, que sufre en el país la crisis y los desaciertos de las gestiones”. El que sea necesario vender una esperanza no significa que tengamos que mantener una oferta engañosa o crear unas falsas expectativas, como pretendieron en 2005, repitieron en 2018 y ahora.
A puerta de otras elecciones de carácter regional y municipal, “que un evento electoral puede convertirse en un hecho movilizador que permita desarrollar una política” más allá de las denuncias sobre las condiciones, aún en escenarios de poca competitividad es posible avanzar, con organización y un plan.
Las propuestas de crear eventos o instancias en paralelo, solo ha servido para alimentar algunos egos, muchos de los que leen estas líneas saben que en política electoral, solo es posible capitalizar el descontento o imponer una marca, con el ABC de motivar, captar, organizar, movilizar y defender, con estas líneas no trató de “justificar o mantener el status quo”.
Debemos todos aportar en función de la unidad, el compromiso esta hecho siempre que esté “al servicio de lo que reclama y merece nuestro pueblo”.