Como una joven holandesa le dio la vuelta al mundo sola en su velero

Desde que nació en un barco en Nueva Zelanda, en 1995, durante una circunnavegación de siete años de sus padres, la historia de Laura Dekker estuvo marcada por los barcos y la navegación.

Su padre, constructor de barcos, contribuyó a la precocidad de esta aventurera, que luego del divorcio de sus progenitores decidió quedarse a vivir con él, que había comenzado a construir un cúter Norwegian Fishing de 70 pies por su cuenta, desde cero. Eso la inspiró para construir su primera pequeña balsa de vela a los 6 años.

Pronto la pequeña Dekker comenzaba a competir a bordo de su propio Optimist y luego un Mirror con los que navegaba en los ríos holandeses donde vivían. Poco después había logrado convencer a un amigo de su padre para que le permitiera arreglar y usar su viejo Hurley 700 y el verano siguiente navegó en ese barco por Holanda y las islas Wadden junto a su perro Spot y desde entonces continuó navegando cada día.

La vuelta al mundo

“Muy bien, así que aquí vamos. Todos los suministros están almacenados, agua, cajas con alimentos, más cajas con comida y más comida,solo tengo que soltar las amarras y luego estoy lista para salir. Ya veremos”, dispara Laura Dekker al inicio del documental Maidentrip, un film de Jillian Schlesinger inspirado en esta holandesa nacida en Nueva Zelanda (tiene la doble nacionalidad) consagrada como la persona más joven en completar una navegación a velaalrededor del mundo a sus 16 años… sola. Allí pueden verse las propias grabaciones de Dekker de la travesía y los lugares que recorrió, incluyendo las Canarias, el canal de Panamá, las Galápagos, Polinesia, Australia y Sudáfrica, en un periplo que la llevó a circunnavegar 27 mil millas náuticas en 519 días.

“Otros que han hecho el viaje mundial para el récord navegan sin parar alrededor del mudo. Yo no quiero hacer eso, porque creo que es realmente genial aprender de otros países, otras culturas. Esa es una de las razones por la que estoy tomando dos años para hacer mi viaje”, relata el espíritu de su aventura, durante la cual no dudó en hacer escalas para visitar diferentes países.

Entonces sí, inicia el cruce del océano Atlántico – el primero de los tres grandes océanos a navegar-, un trayecto de 2200 millas hasta St. Maarten.

“Todos mis sentimientos estaban desordenados. Disfruto muchísimo navegar y todo a mi alrededor, pero por otra parte extrañaba a mi papá. Extrañaba a mi casa. No pude comer nada durante dos días, simplemente no pude digerirlo, me sentí realmente muy extraña”, relata Dekker los primeros días de navegación en altamar, donde se filma en algunos tramos acompañada por delfines, o cuando debe enfrentar dificultades como la falta de viento y las primeras tormentas.

“Nadie dijo que la navegación era divertida, excepto yo. Es simplemente hermoso. Siempre soñé con vivir esta forma de vida”, se entusiasmaba la joven holandesa a medida que avanzaba en su aventura.

Así, tras 17 días de navegación arribó a St. Maarten, donde permaneció unos días en tierra firme mientras se alistaba para adentrase en el Mar del Caribe, 1300 millas desde St. Maarten recorriendo las Islas des Saintes, Dominica, Bonaire y San Blas hasta cruzar el Canal de Panamá, un punto de inflexión.

“En el Caribe siempre podía dar la vuelta y volver a Europa, pero al pasar el Canal de Panamá realmente tenía que seguir adelante. Es el punto en el que dije ‘realmente lo voy a hacer’. A partir de ahí, se acabó de poner serio”, reflexionaba Dekker antes de emprender la siguiente etapa de 900 millas que separan Panamá de las Islas Galápagos, en Ecuador y aventurarse a cruzar el océano Pacífico.

“La navegación a través del Pacífico fue la más hermosa que haya tenido. Mis padres navegaron la misma ruta 20 años atrás, conservo el cuaderno de bitácora de ellos, así que corría tras su sombra”, sigue Dekker en una nueva actualización frente a la cámara que lleva a bordo de un Ketch rojo brillante de 12 metros llamado Guppy.

Y añade: “Me encantó el Pacífico desde el principio, todas las islas son diferentes, las culturas son diferentes. Es el paraíso. En Europa el dinero es lo más importante, el criar una familia, comprar un auto, conseguir una casa, tener hijos y luego morirte. Pero el Pacífico es perfecto. Me gusta mirar alrededor, hablar con las olas, con el mar y con Guppy. Tengo una muy buena amistad con mi barco. Es mi todo, y espero tenerlo por mucho tiempo”.

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