Información de: El País
Los elefantes africanos soportan desde hace décadas una persecución implacable de la caza furtiva por el marfil de sus colmillos, a lo que se suma la pérdida de hábitat debida principalmente al cambio del suelo para usos agrícolas. Esto ha llevado a una “disminución a gran escala” de su población en todo el continente. Así, la de los elefantes de bosque se ha reducido en más del 86% en 31 años y la de los de la sabana africana en, al menos, un 60% en los últimos 50 años, indica la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la autoridad mundial sobre la situación de las especies. Según su último informe, en 2016 estimaron que quedaban 415.000 elefantes entre las dos poblaciones.
Estas dos variedades ya se encontraban en su lista roja de animales en peligro, pero en la categoría de “vulnerable”. Además, se las consideraba como un conjunto. Ahora, los nuevos estudios genéticos han hecho que la UICN las contemple como dos especies diferentes, aumentando el grado de gravedad para ambas: los elefantes de la sabana han sido recatalogados como “en peligro” y los de los bosques, como “en peligro crítico”.
El director general de la UICN, Bruno Oberle, ha incidido en que “los elefantes de África desempeñan un papel clave en los ecosistemas, las economías y en nuestro imaginario colectivo en todo el mundo”. Por eso ha considerado imprescindible “poner fin urgentemente a la caza furtiva”, además de asegurar la conservación de un hábitat adecuado y suficiente para estos elefantes. Un plan que se puede llevar a cabo, como han demostrado varios países africanos que sí han conseguido revertir la disminución de elefantes.
A pesar del declive general, la UICN destaca estos ejemplos de conservación exitosos, que han combinado medidas contra la caza furtiva sobre el terreno, una legislación más favorable y una planificación del uso de la tierra, para conseguir fomentar la coexistencia entre humanos y vida silvestre. Así ha ocurrido en áreas de conservación de Gabón y la República del Congo, donde algunos elefantes de bosque se han estabilizado. En lo que respecta a los ejemplares de sabana, también se ha conseguido mantener estable o incluso aumentar su número en algunos puntos, en especial, en el área de conservación transfronteriza de Kavango-Zambezi, en las fronteras entre Namibia, Angola, Zambia, Botsuana y Zimbabue, donde reside la mayor subpoblación de esta especie en el continente.
Estos casos de éxito hacen que haya lugares donde la fuerte amenaza global disminuye y las poblaciones están prosperando. Por eso “se requiere mucha precaución y conocimiento local al traducir estos resultados en políticas”, advirtió Dave Balfour, evaluador de elefantes africanos y miembro del Grupo de Especialistas en Elefantes Africanos de la Comisión de Supervivencia de Especies en la UICN.
La separación en dos especies
Los expertos han llegado a la conclusión de que los elefantes africanos son realmente dos especies, tras una nueva investigación sobre la genética de estas poblaciones. Los de bosque viven en las zonas tropicales de África central y hábitats de África occidental. Son muy raras las veces que interactúan con los de la sabana, que prefieren el campo abierto del África subsahariana, incluidos pastizales y desiertos.
La situación del elefante de bosque es más restringida, en la actualidad solo ocupa una cuarta parte de su distribución histórica, las poblaciones más grandes se encuentran en Gabón y la República del Congo.
Gema Rodríguez, responsable de especies amenazadas de WWF, considera que esta catalogación es el culmen de un proceso. “Hay informes de la UICN y nuestros en los que se detectaba el grave declive, pero para cambiar una catalogación deben pasar años, para comprobar que no es una tendencia de unos años”, explica.