Irán ha acusado este lunes a Israel de estar detrás del apagón ocurrido este domingo en la planta nuclear de Natanz. Después de que varios portavoces hablaran de un acto de “terrorismo nuclear” y dieran a entender que sospechaban de su archienemigo, el ministro de Asuntos Exteriores, Mohammad Javad Zarif, ha responsabilizado directamente a “los sionistas” de actuar para impedir el fin de las sanciones a su país y prometido una respuesta al ataque.null
“Los sionistas quieren vengarse debido a nuestro avance hacia el levantamiento de las sanciones (…) han dicho públicamente que no van a permitirlo. Pero vamos a vengarnos de los sionistas”, ha declarado Zarif ante el Comité de Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento, citado por la televisión estatal.
La planta subterránea de enriquecimiento de uranio de Natanz, uno de los centros del programa atómico iraní, sufrió el domingo un apagón que sus responsables sospecharon era fruto de un “sabotaje”. El jefe de la Organización de la Energía Atómica de Irán, Ali Akbar Salehi, describió el incidente como un acto de “terrorismo nuclear” que atribuyó a países que intentan hacer fracasar los esfuerzos para salvar el acuerdo nuclear, sin dar nombres ni detalles sobre el daño causado.
Según el portavoz de Exteriores iraní, Saeed Khatibzadeh, el ataque “no ha causado ni contaminación, ni víctimas” y las centrifugadoras (máquinas que enriquecen uranio) dañadas “se remplazarán con otras más avanzadas”. Sin embargo, fuentes de los servicios de inteligencia de Estados Unidos citadas por el diario The New York Times aseguran que se registró una potente explosión que dañó el sistema eléctrico y que Teherán necesitará al menos nueve meses para restablecer su actual nivel de enriquecimiento. Salehi, por su parte, ha minimizado las consecuencias. “Se ha activado el suministro de emergencia y el enriquecimiento no se ha interrumpido”, ha dicho.
Numerosos analistas discrepan sobre la intención del sabotaje. “Seamos claros sobre el objetivo de los últimos ataques israelíes contra las instalaciones iraníes. No es ‘retrasar el programa nuclear de Irán’, como va a decirse. Es retrasar la diplomacia”, ha tuiteado John Ghazvinian, historiador de la Universidad de Pensilvania y autor de America and Iran. En su opinión, estas acciones empujan a Teherán a ser más inflexible en las negociaciones.
Let’s be clear about the purpose of these latest Israeli attacks on Iranian facilities. It is not to “set back Iran’s nuclear program” as will be widely claimed. It is to set back diplomacy. And it’s not a new tactic. A thread…. 1/— John Ghazvinian (@JohnGhazvinian) April 11, 2021
De hecho, esta nueva operación encubierta, la última de una larga serie, se produce justo cuando se acaba de lanzar el mayor esfuerzo para reavivar el acuerdo nuclear entre Irán y las grandes potencias desde que EE UU lo abandonó hace tres años, durante la presidencia de Donald Trump. Con la mediación de la UE, todos los firmantes de aquel pacto volvieron a reunirse el pasado martes en Viena para buscar una fórmula para que Washington levante sus sanciones a Teherán y este revierta sus incumplimientos del pacto firmado en 2015. De momento, iraníes y estadounidenses no mantienen conversaciones directas, pero su mera presencia en la capital austriaca marca un punto de inflexión.
Zarif ha asegurado ante el comité parlamentario que el ataque no va a debilitarles en ese diálogo. “Al contrario, este acto fortalecerá la posición de Irán en las negociaciones”, ha señalado antes de recordar que, justo la víspera, se instalaron en Natanz nuevas cadenas de centrifugadoras más avanzadas que acelerarán el enriquecimiento de uranio.
Actor externo
Washington ha dejado claro a través de un portavoz que no tiene nada que ver con el sabotaje a Natanz. No obstante, lo ocurrido revela la capacidad de un actor externo para sabotear las conversaciones de Viena, que van a reanudarse pasado mañana. Además, los intentos israelíes de frenar el programa iraní no son nuevos. Teherán ya responsabilizó a Israel de una explosión ocurrida en esa misma planta el pasado julio, así como del asesinato de uno de sus principales científicos nucleares, Mohsen Fakhrizadeh, en noviembre, el último de una lista que se inició años atrás. Además, ambos países se acusan mutuamente de atacar sus buques en alta mar.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, se ha guardado este lunes de mencionar a Irán en la primera visita de un alto cargo de la Administración del presidente demócrata Joe Biden a Israel. Austin expresó el tradicional apoyo de Washington a la defensa el Estado judío y garantizó que mantendrá la superioridad militar tecnológica israelí en Oriente Próximo. Pero no aludió a las amenazas que Teherán había proferido pocas horas antes contra el Estado judío tras el sabotaje de las instalaciones nucleares del Natanz, atribuido al Mosad (espionaje exterior israelí) por la prensa hebrea.
La escenografía de las banderas de las barras y estrellas intercaladas con enseñas de la estrella de David no ha variado en Jerusalén en apenas cinco meses, desde la anterior visita de un miembro del Ejecutivo estadounidense, el entonces secretario de Estado Mike Pompeo, en nombre de la Administración del republicano Donald Trump. Pero los guiños de complicidad de entonces se han tornado en protocolario tratamiento, a la vista de las imágenes del encuentro difundidas por la oficina de prensa del Gobierno israelí a través de las redes sociales.
El primer ministro israelí en funciones, Benjamín Netanyahu, recitó una vez más el mantra de que jamás permitirá que el régimen de Teherán se dote del armamento atómico. “Irán nunca ha renunciado a desarrollar armas nucleares y los misiles para portarlos (…) en su objetivo genocida de exterminar a Israel”, aseguró ante el jefe del Pentágono. “Israel continuará defendiéndose por sí mismo de las agresiones y el terrorismo iraní”, puntualizó Netanyahu en una comparecencia ante la prensa sin preguntas de los informadores.
Israel e Irán mantienen una guerra oculta por tierra, mar, aire y ciberespacio que ha salido a flote en las últimas semanas en una cadena de incidentes marítimos. El sabotaje en la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz –el tercero contra esa instalación atómica subterránea atribuido a los servicios de inteligencia israelíes desde hace una década–, amenaza con desencadenar represalias iraníes a gran escala contra intereses israelíes.
La incógnita que plantea la explosión en el sistema eléctrico de la planta iraní no es si la mano del Mosad está detrás de la operación, sino si se llevó a cabo de forma coordinada con EE UU, que acaba de emprender el proceso para reactivar el acuerdo nuclear con Teherán, suspendido por Trump hace tres años. El año pasado ya hubo otro sabotaje en Natanz, sin que se produjera entonces una respuesta contundente de Teherán.
De “potencia regional a potencia global”
Mientras los medios de comunicación hebreos informaban en la noche del domingo de la implicación israelí en la explosión, sin que la censura militar moviera un dedo para obligar a citar –en la fórmula habitual–, a “fuentes extrajeras”, Netanyahu brindaba con la cúpula de las Fuerzas Armadas en vísperas del día de la Independencia de Israel, que se celebra este jueves. “Nos hemos convertido en una potencia regional, y en cierto sentido en una potencia global”, se ufanó el primer ministro, rodado de generales.
Le acompañaba en el brindis el ministro de Defensa de Israel, Benny Gantz, encuadrado ahora en la oposición, quien ha forzado la convocatoria urgente del Consejo de Seguridad Nacional –órgano que decide de forma colegiada las cuestiones claves de defensa– que llevaba más de dos meses sin convocarse a causa del cuarto proceso electoral que ha vivido el país en dos años.
El analista político israelí Ben Caspit expresaba este lunes en el diario Maariv dudas sobre si la escalada de Israel frente a Irán, inusualmente publicitada, “obedece al interés de la seguridad nacional o al interés político de Netanyahu”, necesitado de sumar mayoría en el Parlamento para poder formar un nuevo Gobierno. Después de haber aireado hace una semana un ataque de comandos israelíes en aguas del mar Rojo contra un buque iraní utilizado como base de operaciones por los Guardianes de la Revolución iraní, la atribución al Mosad del sabotaje de Natanz pone de nuevo Israel en la diana de las represalias de Teherán.
“La impresión general es que Israel está haciendo todo lo posible para sabotear las conversaciones indirectas entre Irán y EE UU con mediación europea para revivir el acuerdo nuclear y levantar las sanciones a Teherán”, concluía el columnista de Yedioth Ahronoth Itamar Eichner. “Es una apuesta muy arriesgada”.
Información de: El País