Este martes 31 de agosto, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) aseguró que va a mantener sus operaciones de labor humanitaria en Afganistán tras el fin de las evacuaciones internacionales y la llegada del nuevo régimen talibán.
«Por la situación que atraviesa el país en este momento tenemos que estar aquí», señaló en una rueda de prensa el jefe de la delegación del CICR en Afganistán, Eloi Fillion, que espera reactivar sus actividades en el país una vez los talibanes formen un Gobierno nacional con el que poder coordinar su labor humanitaria.
El delegado de CIRC precisó que a día de hoy existen algunas limitaciones para mantener las operaciones de forma regular, «vinculadas a la situación de seguridad y al hecho de que no hay un gobierno establecido».
«Nuestras operaciones se han ralentizado un poco», indicó Fillion, una situación que coincidió con el rápido avance insurgente en los últimos meses y la toma de Kabul el pasado 15 de agosto, por lo que «necesitamos que se establezca un gobierno nacional que nos permita poder interactuar con los diferentes ministerios», agregó.
La organización estableció durante las décadas de presencia en Afganistán una «red amplia e imparcial de contactos», que les han permitido operar sin problemas en el país, unos contactos que «están ahí», pero que se desconoce si van a seguir siendo operativos.
En este sentido, abogan porque pronto se conozca a los nuevos miembros de la futura dirección del país para poder trazar una hoja de ruta que dé forma a la ayuda humanitaria que precisa Afganistán.
Asimismo, Fillion mostró interés en «responder a las necesidades de salud de la población», y remarcaron que cuentan con una «red de centros ortopédicos en todo el país que brindan una gran cantidad de servicios para personas con discapacidades».
Además, destacó la participación del CICR en trabajos relacionados con la protección y la reunificación de familias que fueron separadas durante las dos décadas de conflicto armado en Afganistán.
El delegado quiso enfatizar que la mayoría de los trabajadores en la sede del CICR de Afganistán son afganos y «no son inmunes a la ansiedad que el resto de la población afgana está sintiendo en este momento, sin saber exactamente cómo será el futuro».
A este problema se suma «el mal funcionamiento del sistema bancario» que existe a día de hoy en el país por problemas internos y de restricciones internacionales desde que los talibanes tomaron el control el pasado 15 de agosto.
«La gente necesita que el sistema bancario vuelva a ser completamente funcional. La gente debe poder realizar transacciones bancarias. Necesitamos que el dinero del exterior pueda transferirse a cuentas bancarias en Afganistán (…) Y esto es algo sobre lo que una organización como la nuestra no puede hacer mucho. Podemos plantear el problema, pero no solucionarlo», concluyó