Antonio Armado Quijada, fue asesinado en Guanta, estado Anzoátegui, y familiares y amigos se sorprendieron, por cuanto se trataba de una persona trabajadora, sin problemas, a quien le sobraban amistades, razón por la cual nadie tenía una explicación lógica para que pudieran matarl. Las autoridades policiales comenzaron la investigación como si se trataba de un intento de robo por parte de dos motorizados, a quienes la víctima opuso resistencia cuando trataron de despojarle de sus pertenencias.
Pero nadie en realidad estaba próximo a conocer verdad de lo ocurrido y menos que el occiso, que contaba con 60 años de edad y se ganaba la vida como pescador, había sido víctima de un hecho circunstancial, pues había sido escogido, al azar, para ser asesinado por dos hombres, a quienes ni siquiera conocía y que, imbuidos en un mundo del fanatismo y de superstición, acabaron con la vida del aquel hombre simplemente porque debían matar a alguien.
La victima vivía en la Isla del Faro, donde laboraba como pescador y, al mismo tiempo, era el encargado del mantenimiento de un restaurante. Era una persona conocida y apreciada por su gran espíritu de servicio y colaboración hacia la comunidad. Tenía conocimientos de mecánica, y no dudaba de ayudar a sus compañeros pescadores en la reparación y mantenimiento de los motores de sus embarcaciones.
El martes 31 de agosto, Antonio Armando se trasladó de la Isla del Faro hasta Guanta, junto a otros trabajadores del restaurante, con la finalidad de realizar algunas diligencias. Al llegar, cada uno tomó por su lado y Quijada se quedó en el lugar, donde poco después sería asesinado por dos hombres que se desplazaban en motocicleta. El conductor de la moto le disparó en tres oportunidades con una pistola, pero solo logró alcanzarlo con una bala, que penetró hasta los pulmones, causándole la muerte.
El crimen causó conmoción en la zona, donde se apersonaron las autoridades policiales pocos minutos después para dar inicio a las investigaciones. Algunos testigos manifestaron que el pescador había sido interceptado por una pareja de motorizados que intentó quitarle sus pertenencias, pero debido a que opuso resistencia lo mataron.
Familiares de Antonio contaron que, a eso de las cinco de la tarde, funcionarios de Protección Civil los llamaron para informarles que en la redoma de Guanta se encontraba un hombre sin signos vitales y, según decían algunas personas, se trataba de un miembro de la familia, por lo que debían acudir al sitio para ayudar a las autoridades en el proceso de identificación.
Cuando llegaron se sorprendieron, porque la persona fallecida era precisamente Antonio Armando, a quien no le conocían problemas. Al contrario, era un hombre de bien, honrado y trabajador. Tenía residencia en el barrio Razetti de Barcelona, donde vivía con su pareja.
“Lo iban a robar y se resistió”, fue la única explicación que recibieron por parte de un policía, que advertía a los curiosos para que permanecieran a prudencial distancia y no entorpecieran el trabajo de los detectives que tendrían a su cargo el levantamiento del cadáver.
Rápidamente, los funcionarios del Cicpc, encargados de las investigaciones, descubren algunos aspectos que ponen en duda la hipótesis del robo frustrado. Conversaron con algunos testigos y colectaron los videos de varias cámaras de seguridad, donde pudieron observar lo que en efecto ocurrió. Contrariamente, la víctima nunca interactuó con los motorizados que lo asesinaron y, al parecer, ni se dio cuenta de que le habían disparado. Quijada no fue despojado de ninguna de sus pertenencias y, de acuerdo con los videos, caminaba despreocupadamente, cuando se desploma al ser alcanzado por un balazo. Los motorizados fueron captados por las cámaras desde diferentes ángulos y se observa al chofer de la motocicleta que dispara y luego escapa en su vehículo de dos ruedas, junto al “parrillero”, que no hizo nada por evitar el crimen. Esta última persona parecía ser familiar para uno de los detectives, pero no lograba recordar de dónde le conocían.
Investigadores de la Brigada de Homicidios de la policía científica de Puerto La Cruz iniciaron las pesquisas para identificar y atrapar a los asesinos. Algunos vecinos comentaban que, por la manera de actuar de los motorizados, parecía un caso de sicariato.
Tras un arduo trabajo se logran las primeras pistas. Se establece que el “parrillero” era una persona a quien conocen como el “brujo” del pueblo y van tras él. El sospechoso, quien dice ser santero, tiene en Puerto La Cruz un consultorio donde atiende a sus clientes y hasta allá van los detectives en su busca.
Es capturado, pero no se dice nada a la prensa para no entorpecer las investigaciones y alertar a su cómplice. El brujo admite que estuvo en el lugar del crimen, pero alega que no mató a nadie y señala a uno de los clientes, como autor del asesinato.
El director nacional del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, comisario general Douglas Rico, en una de sus acostumbradas alocuciones radiales, anuncia el esclarecimiento del crimen y la captura de los dos presuntos responsables. Los identifica como Asdrúbal José Natera Martínez (29), el Negro, autor material, y Jesús Ramón Barrera Díaz (35), apodado el Brujo, quienes se movilizaban en la motocicleta. Dice que fue Asdrúbal quien, sin mediar palabra, le quitó la vida a Quijada.
Añade que uno de los sospechosos fue detenido en la avenida Paseo Miranda, municipio Juan Antonio Sotillo de Puerto La Cruz.
Durante los interrogatorios se supo que Asdrúbal Natera le quitó la vida a Quijada después que su padrino de religión, el Brujo, lo ordenara, para que “un trabajito” que le estaba haciendo se cumpliera con éxito.
Resulta que Natera Martínez, preocupado por un embarazo de su esposa, que había resultado difícil y problemático, con riesgo de interrupción, acudió en busca de ayuda a la casa del Brujo, Ramón Barrera, a quien solicitó su mediación. Este hombre, a quien Natera llama padrino, le dijo que podía ayudarlo y le comentó que para que su hijo naciera debía asesinar a una persona, al azar. Era una especie de sacrificio humano. Solo así su esposa llegaría al término del embarazo de alto riesgo.
Ahora el Negro dice que le quitó la vida al sexagenario porque su padrino de religión le pidió asesinar a una persona al azar, para que su esposa pudiera concluir el embarazo y su hijo naciera sin problema alguno. Barrera quería asegurarse que sus órdenes de asesinar a un desconocido se acataran y decidió acompañar a su “cliente”, para asegurarse que así fuera.
Los dos hombres salieron a recorrer el pueblo en una motocicleta, Empire Keeway, modelo EK Express, azul, placa AJ0J29M, conducida por Natera,quien escogió a su víctima cuando observó que estaba sola y, sin mediar palabra, habríaaccionado el arma de fuego para dar muerte al sexagenario.
Una versión asegura que el Brujo, Jesús Ramón Barrera Díaz, fue reconocido por un investigador y apresado en su “consultorio”, en el sector La Montañita, a donde Natera había ido a una consulta “espiritual”, debido al problema que estaba afrontando su mujer. Nunca llegó a pensar en la extraña e insólita condición que le impondría el Brujo y, apenas recibió la orden, salió a buscar una persona vulnerable. Una vez que vio a Quijada, le efectuó tres disparos, uno de los cuales dio en el blanco. Barrera observó todo desde la parte posterior de la moto, en la cual iba como “parrillero”.