La ausencia del delantero de Lyon va mucho más allá de su fuego goleador, de esos 32 goles que lleva y la explotación de su sociedad con Vinicius. Con él fuera del equipo, el Madrid juega a otra cosa. Y no es buena. Benzema marca todo lo que hace el equipo de Ancelotti en ataque. Es el director que hace que las piezas se muevan de la manera que debe, que el juego tenga sentido.
Pero es también Benzema el que marca la manera de defender, de organizar y desplegar la presión y la recuperación. Sin él dando ese primer paso todo fue mucho más sencillo para que el Barcelona encontrara la manera de salir desde atrás y descubrir zonas muertas entre el medio campo y la zaga del Madrid.
El tercer aspecto del peso de la ausencia de Benzema no es menor que los tácticos. Puede que sea hasta superior: el mental. Sin su faro el Madrid se quedó sin uno de sus líderes espirituales. Modric se quedó solo tratando de tirar del equipo. Karim fue el comandante que arrastró a sus compañeros a la remontada épica ante el PSG. Ayer ese ejército se quedó sin la bandera a que seguir cuando la noche de convirtió en odisea.
En lo que va de temporada, Bennzema se ha perdidos los tres partidos de Copa (en todos sufrió el Madrid), el 2-0 en casa ante el Inter en la Champions y cuatro en la Liga: dos victorias (1-2 en Elche y 1-0 al Granada en casa), un empate (0-0 ante el Villarreal y la derrota ante el Barcelona.
Más allá de la dolorosa goleada ante el eterno rival, el mensaje que queda es claro: el Madrid debe proteger a Benzema como oro en paño de cara al Chelsea.