El secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, ofreció este miércoles «protección» al embajador nicaragüense ante el organismo, Arturo McFields Yescas, después de que este denunciara la «dictadura» de Daniel Ortega en su país.
«Quiero reconocer que el embajador McFields ha tomado la posición éticamente correcta y responde a los principios y valores de esta organización. En ese sentido, la Secretaría General le ofrece protección», expresó Almagro durante una sesión telemática del organismo.
Previamente, en la misma sesión, McFields decidió dejar de «guardar silencio» y arremetió contra «la dictadura» de Daniel Ortega en su país.
«Tengo que hablar aunque tenga miedo, aunque mi futuro y el de mi familia sean inciertos. Tengo que hablar porque si no lo hago, las piedras mismas van a hablar por mí», declaró McFields, nombrado por Ortega como embajador ante la OEA en octubre del año pasado.
La intervención del embajador nicaragüense fue aplaudida por los representantes de países como Estados Unidos, Uruguay, Perú, Brasil, Colombia y Ecuador, quienes destacaron la valentía de McFields y expresaron preocupaciones por su seguridad.
El representante estadounidense, Bradley Freden, dijo que McFields es un «patriota» que ha tomado «la decisión correcta» y expresó su deseo de que el Gobierno de Ortega «esté escuchando».
El embajador uruguayo, Washington Abdala, destacó que el gesto de McFields es de una «relevancia mayor», mientras que el peruano, Harold Forsyth, consideró que este día pasará a la «historia» de la OEA.
En otro tono, los representantes de México y de Argentina, Luz Elena Baños y Carlos Alberto Raimundi, dijeron que tomaron nota de las palabras del nicaragüense.
«Denunciar la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible», expresó McFields en su alegato.
Sin embargo, opinó que «hay esperanza», porque, según dijo, «la gente de adentro del Gobierno y de afuera está cansada de la dictadura».
Ortega inició el 10 de enero su quinto mandato, el segundo junto a su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, tras unas elecciones marcadas por el encarcelamiento de opositores, y con nuevas sanciones de EE.UU y la Unión Europea (UE) contra familiares y allegados del mandatario.