Colombia al borde; por Oscar Ceballos


Colombia busca este 19 de junio, superar la crisis de la corrupción política, el narcotráfico y los grupos armados que como un subsistema gobiernan el país desde hace más de cincuenta años, factores que juntos han llevado a Colombia a la violencia, a la pobreza y la inseguridad.
La seguridad económica y social en Colombia se mantienen precariamente, en una zig zagueante democracia a través de un estado policial y militar, también corrompido, que no permite el gobierno de las leyes fundamentalmente.


El foco de este análisis no es estudiar este peligroso andamiaje que transversaliza a todas sus instituciones y su sociedad. El foco objeto de análisis se centra en los programas de gobierno ofrecidos por los dos candidatos que buscan obtener el poder político para ser Presidente de Colombia.


Por primera vez un candidato de la disidencia guerrillera y un millonario empresario trabajador folclórico, compiten para llegar a la Presidencia de Colombia, debido a que por primera vez las corrientes políticas conservadoras que han gobernado a Colombia históricamente fueron derrotados en la Primera Vuelta Electoral por dos candidatos contrastantes y atípicos.


El Candidato disidente de las guerrillas se presenta como una especie de filósofo, sociólogo y politólogo avezado, que expone un plan de gobierno teóricamente casi perfecto para acabar, según él, con la pobreza rural generado por la minería y la pescadería y la pobreza urbana generada por los empleados, pensionados y sub empleados en toda Colombia. Propone el candidato disidente de la guerrilla un plan a través de una política de subsidios a la pobreza, una elevación de impuestos a los grandes empresarios nacionales y extranjeros que hacen vida comercial en Colombia. Asimismo propone terminar la violencia de las guerrillas y el negocio del narcotráfico a través de un gran acuerdo parecido al de las FARC, que todavía se encuentra en proceso de implementación, privilegiando en ese acuerdo, una revolución agraria lícita tanto para los guerrilleros como para los campesinos que trabajan para los narcotraficantes, a través de apoyo tecnológico, subsidio y distribución de la tierra que el Estado distribuiría las tierras de los grandes terratenientes, mediante acuerdos o expropiaciones de más de 23 millones de hectáreas de tierras fértiles.


El candidato disidente de las guerrillas propone también la terminación de la explotación de las minas de carbón y la terminación de la explotación del petróleo, para ponerse al lado de una energía libre de emisiones de CO2 . El proyecto o programa de gobierno del candidato de la disidencia de la guerrilla, teóricamente es casi perfecto en su enunciación, asimismo tiene o goza dicho proyecto de un alto contenido popular, lleno de esperanzas y sueños para la pobreza urbana y rural cuyo porcentaje se ubica en 43% nacionalmente, después de la pandemia. El perfil político electoral que apoya tanto al programa de gobierno como al candidato disidente de la guerrilla, está conformado por el auto proclamado «Pacto Histórico» que viene siendo una alianza política electoral de casi todos los partidos políticos llamados de izquierda, movimientos indígenas, de grupos de defensa de minorías raciales y organizaciones de defensa de los derechos civiles y políticos. Se puede decir que por primera vez los disidentes de grupos armados y otros grupos de defensa social intentan llegar unidos al poder mediante el sufragio, con el autoproclamado Pacto Histórico, a través de un candidato disidente de la guerrilla. Dejar las armas, el secuestro y atentados hacia personas y bienes, es en verdad un Pacto Histórico hacia la paz y la democracia, lamentablemente hay mucho odio, resentimiento social acumulado. Aunque este tardío Pacto Histórico no traerá a la vida a tantos muertos ni compensará el sufrimiento a tantas familias víctimas de la estrategia de la muerte y el terror, que tantas vidas acabó, pero es un paso positivo políticamente hablando, ya que hay mucho descontento, odio y muchos intereses acumulados en la sociedad colombiana.


Más de cincuenta años de lucha armada y narcotráfico han casi destruido a Colombia, todavía quedan grupos guerrilleros y aliados de las drogas que están activos y que mantienen una especie de «estado» dentro del Estado de Colombia, hechos que han llevado a considerar a Colombia como un Estado Fallido, donde la seguridad nacional, el respeto a los derechos humanos y el cumplimiento de obligaciones tanto nacionales como internacionales, no están garantizados, amén de existir como consecuencia de ello una inestabilidad regional con sus países vecinos. Al afirmar que el programa de gobierno propuesto, teóricamente es casi perfecto es porque este causa o tiene una fuerte atracción popular, sobre todo de los estratos identificados con la pobreza rural y urbana, así como también de aquellos sectores que piensan que el candidato disidente de la guerrilla, acabará también con el cáncer de la corrupción pública administrativa que ha degradado y debilitado a todas las instituciones, no permitiendo ningún desarrollo económico seguro y sustentable de inversiones, ni una justicia autónoma e independiente que garantice la paz social y la prosperidad. A mi juicio el plan o propuesta del candidato disidente es casi perfecto en su enunciado, pero su implementación social, política y económica, no ha sido explicado convincentemente por el candidato disidente, en términos del como será el modo de proceder para lograr acuerdos con grupos armados y narcotraficantes que tienen más de cinco décadas «gobernando» no solo en territorios o espacios geográficos sino que tienen una infraestructura material, de armas y personal que han penetrado las instituciones políticas y sociales para mantenerse en el poder. Hecho tan cierto y evidente de ese poder, que en el Acuerdo de Paz acordado por el saliente Presidente Santos, algunos líderes guerrilleros pasaron a ser Diputados o Senadores sin haber sido electos popularmente, al lado de esto una «Justicia Ad Hoc» (JEP) que surgió como consecuencia de ese «acuerdo.» Acuerdo de Paz que la sociedad colombiana rechazó en una especie de plebiscito, pero que sin embargo el Presidente Santos firmó y siguió adelante con la implementación de este «acuerdo.» El programa de gobierno parece estar lleno de intenciones de paz social, política y económica, pero su implementación no parece ser políticamente factible por los encriptados intereses creados y ocultos que existen en el laberinto de sus poderes.


Existe otro aspecto del plan del candidato disidente de la guerrilla de eliminar el petróleo y el carbón para darle paso a la energía limpia, bandera mundial que se izó solo hasta el día de la invasión de Rusia a Ucrania.


No parece a mi juicio que este programa de gobierno pueda ser implementado en un plazo de cuatro años de mandato presidencial, porque en primer lugar necesita de una construcción material y la implementación de una infraestructura tecnológica para sustituir ambas materias primas. Además, lo más importante para el país es, como o con que dinero o ingresos contaría el Estado no solo para esa transición verde sino para pagar sus obligaciones o servicios básicos de funcionamiento, sino entran ingresos por el poco carbón y petróleo que Colombia importa a nivel mundial. Ese problema económico parece ser ignorado por razones de conveniencia política del candidato disidente de la guerrilla o temor de mostrar su inviabilidad. Por último el candidato disidente de la guerrilla no ha planteado o dicho nada serio y congruente sobre el cáncer de la corrupción de la administración pública que casi ha destruido a Colombia.


El candidato disidente de la guerrilla parece estar más preocupado en obtener finanzas y préstamos de amigos y países simpatizantes de sus aspiraciones políticas, ofreciendo a cambio, futura flexibilidad política para perdonar hechos ilícitos y apoyar acuerdos políticos regionales e internacionales.


El candidato disidente de la guerrilla atrae simpatías del precario componente emocional del miedo y el rechazo que ha generado la violencia de los grupos armados guerrilleros y la de los grupos armados de narcotraficantes. Así como también tiene de alguna forma la simpatía de quienes rechazan a la corrupción y al desempleo.


No existe ninguna simpatía ideológica por el candidato disidente de la guerrilla, el apoyo solo es derivado de lo que políticamente se denomina «el voto castigo» por el mal desempeño de los gobernantes conservadores, concretamente en Colombia.
El «voto castigo» es una especie de reacción social que ha operado regularmente en Argentina, Brasil, Paraguay, México, Ecuador, Chile, Guyana, Uruguay, Paraguay, donde se castiga el mal desempeño de los gobernantes sin importar la ideología política del gobernante. En esta ley social del «voto castigo» existen pocas excepciones, que son cuando los gobernantes electos no son productos de elecciones libres y transparentes. Es decir, no opera el voto castigo en gobiernos ilegítimos.


El otro candidato que denomino el empresario trabajador y no político, es porque a pesar de haber sido Alcalde de Bucaramanga no exhibe una posición política de ninguna corriente o extremo, tampoco exhibe una propuesta o programa de gobierno políticamente hablando. Este candidato solo presenta o explica cómo plan o programa gobierno de gobierno, el manejo de la administración pública con una gerencia basada en el valor del trabajo, de la transparencia de sus actos, de la austeridad en los gastos y la integridad moral y ética para producir bienes y servicios.

Haciendo hincapié en estos valores en el trabajo, el candidato empresario trabajador, parece carecer de las típicas políticas sociales, económicas y de programas de derechos humanos, de planes o ejes de desarrollo social y económicos para desarrollar la economía. No habla de proyectos sociales, económicos ni políticos para recuperar la destrucción económica y moral en la cual se encuentra Colombia, no habla de cómo y cuáles serían sus planes para terminar la violencia de los grupos políticos armados y del narcotráfico y la desigualdad social. Sobre la corrupción solo dice que sacará a los políticos ladrones y ello ahorrará mucho dinero al país, sobre el narcotráfico dice en forma simple que acabará con las rentas del narcotráfico, repartiendo gratis la droga a los adictos, no entendiendo que la droga y los adictos van más allá de las fronteras colombianas y si ofrece gratis la droga a los adictos, los usuarios o adictos, serían muy grandes, ya que Colombia es solo uno de los grandes productores de drogas para el mundo. En cuanto a acabar con la corrupción su solo decir es un poco ingenuo, porque la corrupción en
Colombia no es solo está en la Presidencia, hay mucho entramado corrupto en los poderes institucionales de Colombia que han sido infiltrados por los grupos armados del narcotráfico y el poder de las guerrillas, la economía, la Justicia y las grandes finanzas bancarias son entre otros, la punta del iceberg de la corrupción gubernamental, el narcotráfico y los grupos armados. También hay mucha corrupción en el sector privado en forma pasiva y activa. Si bien el candidato del empresario trabajador no tiene planes ni proyectos políticos, si bien no habla sobre la defensa de los derechos humanos, políticos, civiles y económicos y muchos otros temas políticos y sociales. El candidato del empresario empresario trabajador tiene a su favor, en forma accidental, un caudal de las simpatías de la Anti Política que se ha generado por el mal desempeño y corrupción los partidos conservadores que históricamente han gobernado a Colombia, sino también las simpatías de todos aquellos que rechazan la corrupción política, que rechazan la violencia de los grupos armados políticos y del narcotráfico, también acapara las simpatías que genera el desempleo y el sub empleo de una inmensa población urbana y rural de Colombia. Estos factores sociales y políticos han construido un inmenso rechazo a la política tradicional colombiana, materializándose en el llamado fenómeno de la Anti Política, disgregado o distribuido en la sociedad colombiana en el denominado Voto en Blanco, en los comicios electorales y en la férrea posición de no participar a través de la abstención absoluta del votante colombiano. Este fenómeno de la Anti Política y el descontento social pareciera estar siendo capitalizado por el candidato del empresario trabajador, en forma accidental a través de la simplicidad de sus argumentos y su demarcación de los políticos tradicionales conservadores y de la actual opción populista del candidato disidente de la guerrilla colombiana.


El título de «Colombia al Borde», es válido para ambos candidatos en sus peculiares e inviables agendas para alcanzar el poder político de la Presidencia de Colombia.
A mi juicio y análisis, observando sus entrevistas, sus currículum pasados, en su hojas de vida ambos están muy cerca de alcanzar la Presidencia y muy cerca de llevar a Colombia al «borde, » el adjetivo final de este sintagma lo pondrán los colombianos con sus votos, en la segunda vuelta electoral y definitiva del destino temporal de Colombia.


Las finanzas, las alianzas, los países y personeros, mujeres y hombres que están detrás de cada candidato no fueron analizados por el suscrito, solo sus programas fueron ligeramente cuestionados.


Political analysis hecho por Oscar Ceballos. Venezuelan abogado UCV, con
MD in Political Science. Specialization in Public Administration at Ohio University USA.

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