David Ghysels, cocreador junto a Stephan Kerkhofs del concepto de restaurantes aéreos bajo la marca de Dinner in the Sky, expresó que tiene serias preocupaciones por la seguridad de Altum, un proyecto de Buono Restaurant que está ubicado en Altamira.
En días recientes se hicieron las primeras pruebas de la plataforma, que estará suspendida a 50 metros por una grúa. La actriz venezolana Norkys Batista estuvo presente y, en un video publicado en su cuenta de Instagram, señaló que el espacio abrirá en diciembre.
“Esto no es Dubai, tampoco es Punta Cana, no es Las Vegas, no es Nueva York, es Venezuela”, celebró la artista mientras caminaba y mostraba, con notable emoción, la estructura, que cuenta con 25 asientos para los comensales que podrán tener una visión amplia de la ciudad.
Ghysels manifestó que, cuando vio las imágenes en las redes sociales, en la que aparecía la cantidad de invitados que estaban sentados o parados en medio de la base, supuso que el peso total era bastante alto. Eso significa que para que Altum pueda operar con seguridad se necesitaría una grúa con una capacidad muy elevada. “Y dudo que este sea el caso”, señaló.
El empresario belga, de 58 años de edad, observó asimismo que los invitados, durante la prueba, no usaron arneses y se movían de un lado a otro, un hecho que provoca peligrosos desequilibrios. Cuando se hacen esas actividades, destacó, las personas deben estar aseguradas con una cuerda salvavidas porque nunca se sabe qué puede ocurrir.
“Y como estamos operando a 50 metros de altura debemos evitar que alguien se caiga. Lo que vemos en el video está fuera de sentido y muestra cómo los procesos de seguridad están ausentes”, dijo. Comparó con su proyecto: “Dinner in the Sky es un entretenimiento maravilloso, pero solo si se opera de manera segura y homogénea”.
Restaurantes aéreos
Ghysels aclaró que Altum no forma parte de su compañía, que tiene 16 años de existencia y está presente en alrededor de 70 países de todo el mundo. Asimismo, aseguró que los diseñadores de esa estructura ubicada en Altamira nunca lo contactaron, ni a él ni a su equipo, para solicitar algún tipo de consejo o de asesoría.
“Simplemente copiaron la idea, utilizando algunos de nuestros inventos e incluso nuestro eslogan: ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?”.
“Tenemos los derechos (de autor/ creativos) sobre nuestro concepto Dinner in the Sky, pero el cielo es de cualquiera. Pero más que hablar de derechos, tenemos una obligación: operar de forma segura y homogénea para prevenir cualquier incidente”, advirtió.
Alertarán a las autoridades de los riesgos
Los propietarios de Dinner in the Sky aseguraron que alertarán a las autoridades venezolanas de los riesgos que se corren al permitir esa actividad sin ningún tipo de supervisión, prevención o garantía. “Estamos hablando de la vida de decenas de personas, ¡no es solo una linda fiesta!”, expresó.
Señaló varios aspectos con los que se puede determinar si este tipo de edificaciones son peligrosas para los clientes. La calidad de construcción, las certificaciones, el tamaño y la calidad de la grúa, la revisión del suelo, los procedimientos de la operación y la formación del personal. Cuestionó si las personas que subirán esos 50 metros tienen seguros.
Ghysels dijo que Dinner in the Sky no otorga certificaciones para la instalación y operación de los restaurantes aéreos. Por lo tanto, explicó que existen empresas independientes especializadas en ese campo que deben estar reconocidas por las autoridades.
“Desarrollamos procedimientos seguros y una gran experiencia, y hemos obtenido numerosas certificaciones y seguros que permiten a nuestros socios, miembros de nuestra red, beneficiarse”, aseguró.
Una idea que “surgió por casualidad”
El empresario contó que el concepto de los restaurantes aéreos “surgió por casualidad” en 2006, cuando su agencia de comunicación Hakuna Matata, especializada en gastronomía, tuvo una idea para un cliente llamado Jeunes Restaurateurs d’Europe, una asociación de jóvenes que querían comunicar qué era la “gastronomía en la cima”.
Su actual socio, Stefan Kerkhofs, tenía en ese momento un proyecto para permitir que las personas tuvieran una vista general de los paisajes.
“Alguien nos puso en relación y así fue. Asociamos ideas, encuentros, conexiones, curiosidades. La originalidad que lo hace único, y que lo sigue siendo hoy en día, es haber mezclado dos mundos que no tienen nada que ver juntos: atracción y gastronomía, seguridad y exclusividad, pero centrados en el entretenimiento”, manifestó.
“La seguridad es el punto clave”
Ghysels insistió en que la seguridad es el punto clave para Dinner in the Sky. En primer lugar, indicó, todas las plataformas están diseñadas por un ingeniero dedicado supervisado por TÜV, uno de los organismos de certificación más estrictos del mundo.
Ghysels dijo que Dinner in the Sky no otorga certificaciones para la instalación y operación de los restaurantes aéreos. Por lo tanto, explicó que existen empresas independientes especializadas en ese campo que deben estar reconocidas por las autoridades.
“Desarrollamos procedimientos seguros y una gran experiencia, y hemos obtenido numerosas certificaciones y seguros que permiten a nuestros socios, miembros de nuestra red, beneficiarse”, aseguró.
Una idea que “surgió por casualidad”
El empresario contó que el concepto de los restaurantes aéreos “surgió por casualidad” en 2006, cuando su agencia de comunicación Hakuna Matata, especializada en gastronomía, tuvo una idea para un cliente llamado Jeunes Restaurateurs d’Europe, una asociación de jóvenes que querían comunicar qué era la “gastronomía en la cima”.
Su actual socio, Stefan Kerkhofs, tenía en ese momento un proyecto para permitir que las personas tuvieran una vista general de los paisajes.
“Alguien nos puso en relación y así fue. Asociamos ideas, encuentros, conexiones, curiosidades. La originalidad que lo hace único, y que lo sigue siendo hoy en día, es haber mezclado dos mundos que no tienen nada que ver juntos: atracción y gastronomía, seguridad y exclusividad, pero centrados en el entretenimiento”, manifestó.
“La seguridad es el punto clave”
Ghysels insistió en que la seguridad es el punto clave para Dinner in the Sky. En primer lugar, indicó, todas las plataformas están diseñadas por un ingeniero dedicado supervisado por TÜV, uno de los organismos de certificación más estrictos del mundo.
“Se construyen en una fábrica especial certificada por la calidad de sus soldaduras con un protocolo de cuatro controles de calidad: penetración de tinte, inspección de partículas magnéticas, ultrasonido y radiografía. También hemos aplicado un proceso de redundancia en todos los puntos clave como los cables y las fijaciones de los asientos”, expuso.
Señaló que la selección de la grúa y la inspección del suelo también son cruciales.
“El tamaño de la grúa, por supuesto, ya que utilizamos un coeficiente de seguridad tres veces superior al solicitado, la edad, el fabricante, el operador. Luego, la verificación de la calidad del suelo es obviamente decisivo; sabiendo que los pocos accidentes ocurridos en el mundo con grúas se debieron principalmente a la debilidad del suelo”, añadió.
Mencionó además el entrenamiento y los protocolos de operaciones.
En alrededor de 70 países del mundo
Dinner in the Sky ha desarrollado, en 16 años de funcionamiento, una red de alrededor de 70 países en todo el mundo. Desde Bruselas (Bélgica) hasta Río de Janeiro (Brasil); desde Dubai (Emiratos Árabes Unidos) hasta Yakarta (Indonesia); desde Atenas (Grecia) hasta Vancouver (Canadá). Aunque no funcionan todo el año debido a las condiciones climáticas de cada localidad.
Los rangos de precios varían según la experiencia, afirmó Ghysels. El empresario estima que van desde 150 euros para un menú estándar hasta 350 euros si es una cena preparada y servida por un chef Estrella Michelin.
Explicó asimismo que Dinner in the Sky no tiene estándares únicos porque no se trata de un concepto global, sino de una implementación local basada en la cultura y los hábitos de cada ciudad.
El empresario puntualizó, sin embargo, algunos aspectos comunes. Señaló que el montaje para darle la bienvenida a las personas “con gran clase” es muy exclusivo: se usan limusinas, carpas y azafatas. “Después de una copa de champán, están invitadas a sentarse alrededor de la mesa mientras el chef termina sus preparativos. Luego, se abrochan los cinturones de seguridad y puede comenzar la ascensión”, dijo.
Una vez en el aire, y después de que la sorpresa de los comensales haya bajado un poco, los camareros sirven la comida y las copas, dependiendo del tipo de menú y a elección del cliente. Hay entre 2 y 6 platos que duran entre 60 y 90 minutos.
“Tenemos todo tipo de comida, desde mariscos y champán hasta sushi, desde teppanyaki hasta comida gastronómica con Virgilio Martínez en Lima”, manifestó.
Las ubicaciones de las plataformas, dijo Ghysels, son ideales por la vista que pueden tener los comensales. En algunas ocasiones, organizan algún entretenimiento especial, como una sesión de piano en el aire con un podio colgado de una segunda grúa.
“El cielo es el límite”, concluyó.
Con información de El Nacional