Hay pocas imágenes que pueden generar sentimientos que llaman a reflexionar, provocando pensamientos que, por más que se busque una justificación, no la hay. Aquí les mostramos una incómoda realidad que muchos desean ignorar, pero que lastimosamente son tan habituales, que ya hemos aprendido a vivir con ellas
Helayne Pérez Bethelmy / hperez@diariolavoz.net
Fotografía: Jaime Manrique
El mercado mayor de Coche, es una basta extensión de pequeños puestos que venden alimentos de todo tipo; desde vegetales hasta proteínas.También es el lugar donde constatamos que no existen palabras que describan imágenes tan perturbadoras como las de mujeres, niños y adultos mayores; peleándose, literalmente, por obtener la mejor porción de “comida” que extraen de la basura.
Un contexto pertubador
Nuestro equipo de investigación, se trasladó al mercado anteriormente mencionado, para corroborar la gravedad de la situación. Si, hemos visto a personas comiendo de los depósitos de basura, pero no al nivel que se apreció en Coche. Familias enteras, hacen su mercado de los desperdicios que dejan los comerciantes de esa zona. Eso no es lo peor. Según una de las vendedoras del lugar, quien prefirió no ser mencionada, aseguró que “estas personas, sacan de los contenedores de basura las verduras, vegetales, frutas y hortalizas que están en mejor estado, para luego limpiarlas con un agua reciclada y venderlas en las afueras de las estaciones del metro”.
La inocencia: parte del abrumador paisaje
Entre los aspectos más espeluznantes de nuestro recorrido, se encuentra la panorámica de niños, algunos aún lactantes, a quienes sus propias madres les dan de comer los desperdicios en los depósitos de basura. Para muchos de ellos, es completamente normal, incluso el fétido olor que es imposible no percibir en el ambiente, parece no afectarlos en los absoluto, a la hora de degustar el menú del día.
Peligrosas contiendas
“Eso es una mafia. Aquí llegan familias enteras que esperan que los desechos caigan en los containerspara tomar lo que esté en mejor estado y revenderlo a inocentes en la calle”, afirmó la entrevistada, quien también explicó que esa situación había menguado, pero que después del confinamiento, se ha hecho ya insoportable presenciar como “hay hombres y mujeres que llevan a sus hijos a presenciar tan lamentable espectáculo”.
Finalmente, nuestro equipo debió retirarse del lugar, cuando fueron amenazados por algunos de los mencionados “recolectores de alimentos”, a quienes no les hizo la menor gracia que un grupo de periodistas se hayan percatado de su irresponsable emprendimiento.