Solo en junio, los precios se encarecieron 8,5% en promedio, con variaciones que incluyen 19,5% de aumento en el sector servicios, 6,9% en el alquiler de viviendas, 7% en alimentos y bebidas no alcohólicas y 9,1% en gastos relacionados con el transporte, según el Observatorio Venezolano de Finanzas.
Aunque en febrero economistas y especialistas financieros dieron por terminado un lapso de 50 meses continuos de hiperinflación en el país, Venezuela podría regresar a este fenómeno financiero debido a la inestabilidad económica.
A Venezuela le siguen otros países como Líbano, Siria, Argentina, Zimbabue, Sudán y Surinam como las naciones que más tienen disparado el indicador de inflación anualizada.
«Vemos como los países que lideran la inflación en América Latina siguen siendo Venezuela, donde la política monetaria está el servicio de la fiscal, es decir, se ha utilizado a los bancos centrales como fuente efectiva de financiamiento del gobierno. Ya se ha demostrado que esto es nocivo y genera una inflación persistente. Está claro que los que no tienen bancos centrales o que no son independientes tienen disparado este indicador», dijo José Ignacio López, director de estudios económicos de Corficolombiana, al diario La República.
Líbano es el segundo país con mayor inflación en el mundo, con 253% de tasa, esta es 6,6 puntos inferior a la del mes anterior. Con 139% de tasa de inflación, Siria es la tercera economía en el mundo con el mayor costo del dinero.
Argentina, que celebró elecciones primarias el domingo, es el cuarto país con la mayor inflación en el mundo, la cual se ubica en 116%, por lo que este será el mayor problema que deberá ajustar el nuevo presidente del país.
Juan David Ballén, director de análisis y estrategia de Casa de Bolsa, señaló que los países de mayor inflación son aquellos que no hacen un manejo correcto a la política monetaria y cambiaria, motivo por el cual la elevada devaluación de la tasa de cambio presiona los precios al alza.
Un nuevo informe de Moody’s Analytics señala que la inflación en América latina ya se encuentra inmersa en un ciclo decreciente, con excepción de Argentina y Venezuela. Esto ha sido resultado de condiciones monetarias restrictivas y de la moderación de los precios internacionales gracias a la normalización que se ha venido presentando en las cadenas de suministro global.