El diálogo antes que la confrontación en tribunales es la forma más económica para generar los acuerdos y resolver los conflictos en el condominio, así como los mecanismos de conciliación, mediación y de equidad que están establecidos en la Ley Orgánica de Justicia de Paz Comunal, que trae estos mecanismo alternativos en la solución de conflictos en la dinámica de la propiedad horizontal venezolana. Se equivocan quienes no creen en la Justicia de esta ley especial con plena vigencia en Venezuela.
No es sano para una comunidad señalar que se cree en la justicia y negarse a seguir los procedimientos especiales que ella contiene para dirimir y resolver los conflictos entre los particulares. Una comunidad de copropietarios unida jamás será vencida por la maldad, la crueldad o los caprichos de nadie.
Lo maravilloso del diálogo es que hasta las partes con mayor enfrentamiento pueden llegar a los acuerdos necesarios para la buena marcha de la convivencia y dinámica comunitaria. Pero para dialogar se tiene que partir de la base que todos los argumentos que se presenten son negociables, válidos y deben considerarse sin pretender en ningún caso, que una parte tenga razón sobre la otra, es más, debe partirse de la idea (cada parte) que el argumento que se presenta es cuestionable y que gracias al diálogo como mecanismo civilizado de comunicación entre los seres humanos, es que se llegará a la construcción final de un mensaje; de un argumento, de un tratado o acuerdo que tenga el común denominador que a todos satisfaga y que es el que va a permitir poner fin a una controversia.
La amenaza entre las partes es contrario al diálogo: es clavar el hacha de la guerra; es el reto a seguir en un conflicto estúpido donde toda la comunidad de copropietarios pierde, sin importar el dinero que las partes enfrentadas pierdan invirtiendo en abogados y otros actores para querer imponer sus razones.
El dinero no vale más que la convivencia pacífica que se logra a través del diálogo ayudado por quiénes realmente creen en él. Y cuando hablamos de un diálogo, este tiene que darse en un ambiente y con un ánimo adecuado y no con la amenaza a flor de boca ni la pistola en la mano, lista para disparar si producto del diálogo no se acepta o se modifica un argumento inicialmente aportado.
Porque entonces no sería diálogo sino una invitación a la otra parte a un paredón de fusilamiento, por eso, para dialogar hay que tener condiciones éticas y morales para hacerlo y si estas están cuestionadas, debe recurrirse a un garante o representante creíble para que lo sostenga. Si requieres nuestra experiencia para resolver conflictos en tu Condominio o comunidad inmobiliaria, contáctanos por info@procondominios.com.ve.
Rafael Ángel Viso Ingenuo, Presidente de PROCONDOMINIOS, C.A.