Un exempleado de la aeronáutica Boeing conocido por expresar su preocupación por los estándares de la producción de la empresa fue encontrado muerto en Estados Unidos.
En los días previos a su muerte, había estado testificando en un juicio contra la empresa tras denunciar irregularidades.
Boeing manifestó su tristeza por el fallecimiento de Barnett. El oficial forense del condado de Charleston le confirmó su muerte a la BBC este lunes.
Dijo que el hombre de 62 años había muerto de una herida «autoinfligida» el 9 de marzo y que la policía estaba investigando.
Barnett había trabajado para el gigante aeronáutico estadounidense durante 32 años, hasta su jubilación en 2017 por motivos de salud.
Desde 2010, trabajó como gerente de calidad en la planta de North Charleston que fabrica el 787 Dreamliner, un avión de pasajeros de última generación utilizado principalmente en rutas de larga distancia.
En 2019, Barnett le dijo a la BBC que trabajadores bajo presión habían estado instalando deliberadamente piezas de calidad inferior a los aviones en la línea de producción.
También dijo que había descubierto graves problemas con los sistemas de oxígeno, lo que podría significar que una de cada cuatro máscaras de respiración no funcionaría en caso de emergencia.
Barnett aseguró que, poco después de empezar a trabajar en Carolina del Sur, le empezó a preocupar que la urgencia por fabricar nuevos aviones precipitara el proceso de montaje y pusiera en peligro la seguridad, algo que la empresa negó.
Posteriormente, contó a la BBC que los trabajadores no habían seguido los procedimientos previstos para rastrear los componentes a través de la fábrica, lo que habría permitido que desaparecieran componentes defectuosos.
También afirmó que, en algunos casos, incluso se habían cogido piezas de mala calidad de los contenedores de chatarra y se habían instalado en aviones que se estaban construyendo para evitar retrasos en la cadena de producción.
Además, señaló que las pruebas realizadas con los sistemas de oxígeno de emergencia que se iban a instalar en el 787 mostraban una tasa de fallos de 25%, lo que significa que uno de cada cuatro podría no desplegarse en una emergencia real.
Barnett dijo que había advertido a los directivos de su preocupación, pero que no se había tomado ninguna medida.
Boeing negó sus aseveraciones. Sin embargo, una revisión realizada en 2017 por la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos confirmó algunas de las preocupaciones de Barnett.
Determinó que se desconocía la ubicación de al menos 53 piezas «defectuosas» en la fábrica y que se consideraban perdidas. Se ordenó a Boeing que tomara medidas correctivas.
Sobre la cuestión de los cilindros de oxígeno, la compañía dijo que en 2017 había «identificado algunas botellas de oxígeno recibidas del proveedor que no se desplegaban correctamente». Pero negó que alguna de ellas estuviera realmente instalada en algún avión.