Después de un atentado, siempre surgen preguntas sobre por qué no pudo evitarse. Pero el ataque de Moscú plantea cuestiones particularmente difíciles para Vladimir Putin en un momento de tensión y desconfianza internacional. Y gran parte de eso se debe a un aviso de Washington.
La advertencia del 7 de marzo de Estados Unidos a sus propios ciudadanos fue inusualmente específica. Hablaba de rumores de que «extremistas» tenían «planes inminentes para atacar grandes congregaciones en Moscú» y mencionaba específicamente conciertos. Aconsejó a los estadounidenses en la ciudad que evitaran concentraciones grandes de personas durante las próximas 48 horas.
Puede que el momento no coincida del todo, pero otros detalles sí coinciden estrechamente con los acontecimientos del 22 de marzo. Parece claro que Washington tenía algún tipo de información de inteligencia relacionada con el Estado Islámico (EI), el grupo que emitió un comunicado asegurando estar detrás del ataque de Moscú.
Además de la advertencia pública a sus propios ciudadanos, Estados Unidos también afirmó haberse comunicado directamente con el gobierno ruso.
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