Las verduras, las frutas y la cantidad recomendada de agua, son clave para mantener nuestra piel fresca e hidratada desde dentro
Nuestra piel es un órgano muy importante, ya que se encarga de proteger todo nuestro cuerpo. Por ello, mantenerla cuidada es un signo de buena salud y belleza. Aunque es inevitable que con el paso del tiempo ésta vaya perdiendo su frescura y juventud, sí que podemos hacer mucho para retrasar este proceso al máximo.
Además de las arrugas, uno de los defectos que más nos preocupan en el aspecto de nuestra dermis es la antiestética flacidez. Ésta es mucho más común de lo que creemos y no tiene por qué estar unida a los kilos de más. En este reportaje os dejamos con algunos consejos para hacerle frente.
¿Por qué la piel cambia?
A diario, nuestra superficie cutánea está expuesta al sol, al viento, a la humedad, al frío… Afortunadamente, sus características le hacen poder soportar todos estos ‘contratiempos’ y protegernos. Pero, ineludiblemente, esto unido al paso del tiempo que hace que los tejidos pierdan elasticidad y firmeza, terminan dejándonos una huella que puede resultarnos poco estética. Dicho esto, es esencial devolverle el favor hidratándola, nutriéndola y ejercitándola.
Asimismo, cuando hablamos de flacidez, tenemos que tener en cuenta que hay situaciones que la empeoran, como pueden ser los cambios bruscos de peso y el embarazo. Ante cualquier de estos dos casos, aunque resulte dificultoso, es muy importante ponernos a trabajar cuanto antes para poder revertir el estado ‘blando’ de nuestra piel. El ejercicio físico cobra aquí un papel fundamental, aunque también podemos recurrir a una ayuda extra por parte del mundo de la cosmética.
Cuídate y mejora tu aspecto
Lo primero a considerar es revisar bien qué tipo de alimentación llevamos. Las verduras, las frutas y la cantidad recomendada de agua, son clave para mantener nuestra piel fresca e hidratada desde dentro. Por ello, con incluirlos en una dieta, siempre equilibrada, estaremos preparándonos bien para que nuestra piel ‘aguante’ mejor. Unido a esto, tampoco debemos olvidarnos de desterrar o reducir algunos malos hábitos como el alcohol y el tabaco, que tanto influyen en la apariencia de nuestra dermis a medio y largo plazo.
Lo segundo es tratar de llevar una rutina de ejercicios diaria que aleje el término sedentarismo de nuestras vidas. Las más apropiadas son las técnicas aeróbicas, que favorecen muchísimo la elasticidad, y la natación, que permite tonificar bien nuestro cuerpo en casi toda su amplitud. Además, éstos nos ayudarán a mantenernos en nuestro peso y a disimular la celulitis que en muchos casos acompaña a la flacidez cutánea.
Por último, el cuidado externo a través de geles y cremas tampoco debe desprenderse de nuestra agenda diaria. En esto, es importante diferenciar entre los cuidados del rostro y del resto del cuerpo, especificando en aquellos lugares en los que la piel se presente en peor estado. Las cremas que favorecen la creación de colágeno y elastina en nuestra piel están muy de moda últimamente y podemos encontrar fórmulas verdaderamente milagrosas.
No obstante, además de recurrir a éstas, no podemos pasar por alto una higiene, hidratación y exfoliación previa, puesto que estos tres pasos favorecerán que nuestra dermis esté más receptiva y sana.
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