Considerada la figura femenina más emblemática de los ritmos latinos en Venezuela, la despampanante rubia de 1.76 de estatura, catalogada además como la mujer más glamorosa del merengue, está de regreso a los escenarios luego de un duro golpe que la vida le deparó
Luego de su ausencia, por el fallecimiento de su esposo, Raúl Quero Silva, a quien ella llamaba cariñosamente “Mi negrito” el público y sus seguidores a través de las redes sociales, le enviaron innumerables mensajes, que le dieron las fuerzas y la pauta para regresar y volver a brillar, como tanto le gustaba a su admirador número uno… Conociéndola, Liz volvió por él y por todos esos infinitos admiradores que tiene, no solo en su país, si no en Latinoamérica. Amén de ser la música, su pasión y su alimento espiritual.
Emblema de una
década dorada
Recordemos que en los años noventa, esta hermosa rubia entonaba temas emblemáticos de la orquesta Los Melódicos como: “Zúmbalo” “Mi Corazón”, “Diávolo”, “Yo tengo lo que quieres tú” y “Amanecer”, entre otros tantos. Pero para nadie es un secreto que en Venezuela y el resto de Latinoamérica y parte de Europa, la consagración como vocalista la logra de forma definitiva con “A dormir juntitos”, compuesto por el dominicano Alejandro Martínez. La canción en cuestión, que interpretara esta diva junto al dominicano Eddy Herrera, pasó a convertirse en una suerte de himno de reconciliación para quienes estaban divorciados y decidieron reencontrarse sentimentalmente a través de la pachanga y el romanticismo. Definitivamente el fenómeno sucedido con este tema, marcó un antes y un después en su carrera, en su vida y en la de los amantes del género.
En Colombia
Luego vinieron producciones como: Corazón Vacante y Aquí Esperadote, que incluyeron nuevos éxitos en su extenso repertorio y en su impecable carrera. Con Aquí Esperadote, se le otorgó Disco de Oro y Platino por las ventas alcanzadas. Tras su firma con la disquera Sony Music Colombia, se afianzó su carrera en el hermano país, al punto de ser en la actualidad, una de las cantantes extranjeras de más éxito y demanda en ese territorio.
Sus raíces
“Mi padre, Román Freitez, formó parte de los Violines de Tintorero y mi mamá, María Antonia de Freitez, siempre ha sido ama de casa”. ”Cuando se casaron compraron un terrenito en Crucito, en San Felipe (Yaracuy). Tuvieron siete hembras y dos varones. Soy la menor de las chicas y la consentida”. “Estudié desde primaria hasta tercer año de bachillerato en la Escuela Nacional Padre Delgado y el diversificado en la Unidad Educativa Rómulo Betancourt” Con la sinceridad y autenticidad que la caracteriza, admite haber sido mala estudiante. “Desde que tenía cinco años escapaba de las aulas para inscribirse en funciones de canto”
Ganó el Festival Nacional Folklórico Infantil Cantaclaro, la Voz Yaracuyana, el Festival Colegial y la Voz Liceísta de la región. “Siempre fui el primer chicharrón en las funciones. Los organizadores me decían: ¡otra vez tú!” –carcajadas-
Con porte de
miss… pero
“Quedaba mal cuando me escogían como reina porque prefería irme a los casting musicales”. “Nunca me vi como miss, aunque siempre he sido tratada como reina”
“Me alcé en la Voz Yaracuyana con La tonada de Simón de Alí Primera. Reinaldo Armas era jurado y me felicitó. Fue emocionante” -sentencia-
Luego cantó en la orquesta La Inmensa hasta que el Maestro Renato Capriles le pidió que se uniera a Los Melódicos. Recibió la noticia el día de su cumpleaños. La voluptuosa muchacha de 15 años se adueñó de las fiestas del país y a partir de allí, comenzó el fenómeno mediático llamado “Liz”
Muerde aquí
Diego Kapeky
Twitter: @diegokapeky
Foto: Cortesía/Carlos Marques