Quiero llamar la atención sobre las críticas a quienes, por la razón que sea, han decidido quedarse en Globovisión. De verdad que en este país somos una porquería. La cantidad de comentarios destrozando, sobre todo, a Leopoldo Castillo, me han llenado de ira y de tristeza.
¿Es que ya se les olvidó que ese señor tiene casi 15 años haciendo una oposición valiente todos los días, a costa de su salud y de la de su familia, su seguridad y su tranquilidad? ¿En qué clase de monstruos nos hemos convertido que estamos dispuestos a caerle a pedradas y a destrozar la reputación de cualquiera que nos parezca que ya no dice «lo que queremos oír»? ¿Por qué más bien no nos detenemos a pensar que Leopoldo Castillo se merece un voto de confianza y se lo damos?
Una cosa es darle «unfollow» a la cuenta de @globovision, pero otra cosa es estar hablando lo que están hablando de Leopoldo Castillo. Hay que ser bien bajos y bien miserables para hacerlo. Milagros Socorro recordó hace unos días por Twitter que Leopoldo hasta se tuvo que calar algo tan horrendo como que Juan Barreto dijera que había asesinado a su propio hijo.
Y así como Leopoldo, los otros periodistas que decidieron quedarse. Nadie, nadie que no esté en el pellejo de esos profesionales sabe lo que ha sido estar todos los días al frente de sus espacios, mientras los demás dormíamos, íbamos al cine, estábamos en un restaurante, en la playa o simplemente echados en un sofá viéndolos por TV.
Han salido cientos de críticos hablando de «dignidad» y exigiéndoles que renuncien. ¿Con qué autoridad moral? ¿Han pensado en sus familias, en cómo van a sostenerse si pierden sus trabajos? Yo conozco a muchas personas que todos los días tragan grueso porque trabajan en instituciones gubernamentales y no han perdido su dignidad. La dignidad no se pierde por irse o quedarse. Es más, en ocasiones se fortalece cuando toca vivir un infierno para poder pagar la educación y manutención de los hijos.
Yo respeto tanto a quienes decidieron renunciar como a quienes decidieron quedarse porque ambas posturas requieren de valor. Y desprecio la doble moral de los fariseos que están dispuestos a abrir sus bocotas para volver leña a cualquiera que no adopte lo que ellos consideran «bueno, justo y procedente». Por mí, señores, se pueden ir largo al c…
Carolina Jaimes Branger
Twitter: @cjaimesb