ESTAMBUL, Turquía. Tanto los manifestantes como el primer ministro turco se negaban a ceder el martes en la que podría convertirse en la batalla final por el control de la plaza Taksim de Estambul, símbolo de los reclamos a nivel nacional contra el gobierno.
Decenas de miles de manifestantes que regresaron a la plaza por la tarde en una muestra de resistencia se enfrentaron con gas lacrimógeno, balas de goma y cañones de agua horas después de que la policía antimotines se había abierto paso entre barricadas improvisadas a fin de evacuar la plaza de los manifestantes que han ocupado el área por los últimos 12 días.
Cientos más resolvieron continuar en el vecino Parque Gezi pese a la orden de evacuar dada por el presidente y reforzada por la exhibición de fuerza de la policía.
Una protesta pacífica contra la reurbanización que inició hace más de dos semanas se ha transformado en una de las pruebas más duras de la autoridad de Recep Tayyip Erdogan en su década en el poder.
Los disturbios se extendieron a 78 ciudades de todo el país, donde manifestantes defendieron su oposición a lo que dicen es el estilo cada vez más autoritario del primer ministro y sus evidentes intentos por imponer un estilo de vida religioso y conservador en un país con leyes seculares; acusaciones que él rechaza.
Hasta ahora cuatro personas han muerto, entre ellas un policía, y aproximadamente 5.000 han sido atendidas por lesiones o los efectos del gas lacrimógeno, de acuerdo con la Fundación de Derechos Humanos turcos.
Los enfrentamientos del martes, que mostraron a policías y manifestantes tomar y perder el control de la plaza varias veces, suceden un día después de que Taksim registró la mayor multitud congregada desde el inicio de las manifestaciones, generada por una reacción violenta de la policía contra una protesta en el parque a fin de evitar su reurbanización. El gobierno también dijo que Erdogan se reuniría con algunos de los que ocupan el parque el miércoles para escuchar sus puntos de vista.
«La relativa calma de ayer fue engañosa», dijo Robert O’Daly, analista turco para Economist Intelligence Unit (EIU).
«La oferta de diálogo del señor Erdogan parece que ha sido meramente táctica. La presencia de la policía antimotines en la plaza esta mañana y el uso de nuevo de gas lacrimógeno contra los manifestantes se ajusta mejor a su retórica desafiante», dijo O’Daly.
Erdogan, un musulmán devoto, dijo estar comprometido con las leyes seculares de Turquía y rechaza las acusaciones de autocracia. Dada su intransigencia, los críticos tienen pocas esperanzas de que vaya a cambiar su posición.
AP