En general, la palabra cambio tiene una resonancia positiva. Suena a esperanza, a mejoría, y sobre todo en el dominio de la política o de los asuntos públicos. Ello sin duda ocurre en nuestro país, y no de ahora sino de siempre. Pero la modificación, alteración o transformación de la realidad –eso que debe llamarse cambio—puede ser para bien o para mal.
En lengua oficial, llevamos años inmersos en un “proceso de cambios profundos”, lo que en gran medida es verdad, pero también lo es que la dirección de éstos ha sido y es dramáticamente negativa para la calidad de vida política, económica y social de Venezuela y del conjunto de los venezolanos.
El cambio más notorio que ha tenido lugar en tiempos recientes es el fallecimiento de Chávez –hace apenas 3 meses, y ese hecho está teniendo un impacto considerable porque la hegemonía roja se quedó sin su hegemón. Los resultados, por ejemplo, del 14-A así lo referencian. Y también otros sucesos y tendencias.
Muchos consideran que se está abriendo un tiempo de cambios para nuestro país. Y pienso que esa apreciación es correcta. Lo que es difícil determinar es que si el potencial de cambio positivo se podrá ir actualizando, o si por el contrario las modificaciones de la ya gravosa realidad serán para empeorarla.
Tomemos el caso de los medios de comunicación. Se están produciendo cambios en algunos de los más influyentes. Viejos dueños le venden a dueños nuevos, en un contexto de posicionamiento de la boliburguesía, y no hay que ser “comunicólogo” para sabe que ello no contribuirá ni a la independencia editorial ni a la calidad periodística. Al revés.
Hay un cambio, en efecto; pero no un cambio para bien sino para mal. Así mismo, apreciemos el tema del CNE: luego del 14-A se produjo una intensa movilización política y mediática para cuestionar a fondo los resultados electorales y el proceso comicial que los produjo. De allí surgió la solicitud de auditoria y la impugnación judicial. Muy bien. Soplaban vientos de cambio para luchar por mejoras en el sistema electoral. ¿Y qué ha pasado?
Pues que el CNE anunció la convocatoria de las municipales para dentro de 6 meses, y de nuevo la temática electoral entró en la misma dinámica de estos años de mengua: que se denuncien algunas cosas pero con el cuidado de que no vayan a “desestimular” a los electores. El potencial de cambio favorable no se termina de desarrollar.
En fin, para que las posibilidades de cambio democrático y de cambio productivo se puedan materializar, hace falta que se empuje con mucha fuerza y decisión. No se debe bajar la guardia sino alzarla. Esos cambios no llegarán por inercia o por efecto de una inevitabilidad generacional.
Antes bien debe afirmarse, que si los cambios no toman una dirección democrática y modernizadora, pues puede acontecer que el presente se siga prolongando con su carga de devastación, o que se dé otro tipo de cambios o modificaciones del panorama, que lo hagan aún más dañoso para la nación venezolana.
Fernando Luis Egaña