“La economía, estúpido” (the economy, stupid), fue una frase utilizada en la política estadounidense durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992 contra George W. Bush (padre). Aquella campaña llevó a Clinton a convertirse en presidente de los Estados Unidos.
En la mencionada contienda, Bush era considerado un candidato imbatible, por los éxitos en política exterior de su gobierno, entre los cuales destacaba nada menos que el final de la Guerra Fría.
Por ello, los asesores de Clinton le recomendaron centrarse en lo diminuto, lo cotidiano, lo cercano a la gente. Un cartel con la frase se colocó en el comando de campaña de candidato demócrata, con el fin de recordar que ese era el norte del discurso.
Clinton no solamente ganó: la frase en cuestión se convirtió en un caballito de batalla que alcanzó expansión nacional e internacional. Es parafraseada para resaltar alguna arista obvia de un problema que está siendo desestimada.
Ya habíamos utilizado esta frase previamente en algunas reflexiones; pero es válido volver sobre ella, dado que los problemas siguen siendo exactamente los mismos. Sí, la economía.
En medio del estruendo político que aturde a los venezolanos, leemos titulares que alarmarían en cualquier otro país: “Exportaciones no petroleras caen a segundo menor nivel en 16 años”, “23% bajaron los inventarios en el primer trimestre del año”, “50% cayó producción de la Pymi por falta de divisas”.
Venezuela, literalmente, se está asfixiando. Entre la impericia y los inconfesables intereses de algunos funcionarios, la calidad de vida de los venezolanos ha sido confiscada, porque ella tiene que ver directamente con la fluidez de la economía. El desabastecimiento hace demasiado ruido para el gusto del gobierno. El hilado discurso de los funcionarios públicos que pretende hacernos creer que vivimos en el “mar de la felicidad” no se escucha por las protestas de la ciudadanía.
El juego se tranca, porque el asunto político no es como para ser ignorado. El Instituto de Altos Estudios Europeos afirma que el 14A hubo un “vicio de nulidad que afecta a todo el proceso electoral”, lo cual no es poca cosa. Posteriormente, los magistrados integrantes de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia decidieron avocarse a conocer todo lo relacionado con la elección presidencial sobrevenida.
En este marco, la sinergia de lo económico con lo político se convierte en un verdadero círculo vicioso. Con semejante escenario, es particularmente lamentable la imposibilidad de dialogar entre los dos toletes en los cuales está fracturado el país. Sin diálogo no hay salida.
Coordinador nacional de Independientes por el Progreso
Noel Álvarez
Twitter: @alvareznv