Con orgullo cantamos nuestro Himno Nacional, y henchido el pecho repetimos con fuerza: “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó”. ¿Qué ocurre hoy a ese glorioso bravo pueblo que no termina de despertar, que no se levanta luego de haber sido adormecido por mensaje apabullante del régimen, que echa al piso tradiciones, historia y valores que sustentan la nación? El régimen ha logrado de una u otra manera, con grados distintos de eficiencia, adormecer a unos y fanatizar a otros. Nos hemos calado lo inimaginable. Ya basta. Percibimos el surgimiento de reacciones populares frente al atropello, la ineficiencia y la corrupción, pero hasta ahora no termina de aflorar la fuerza rebelde, si bien no tengo dudas de que está próximo el día en que se hará sentir a plenitud el bravo pueblo, al ponerse de pie frente a quien pretende tenernos de rodillas ante él.
En estos catorce años y medio hemos visto, por momentos, que los venezolanos hemos dicho al régimen ya basta, lo hemos frenado e incluso le hemos hecho retroceder trechos, para poco luego volver con su combinación de encanto y amenazas, de promesas, violencia y atropello, haciendo bajar la cabeza a quienes alzaron la vista. Así fue cuando rechazamos la reforma constitucional que pretendía institucionalizarnos como Estado socialista, con normas comunistas, estatistas y totalitarias. Así fue hace dos años en las elecciones parlamentarias, cuando 52 de cada 100 venezolanos votamos por la alternativa democrática, si bien no cobramos en la misma proporción por el malvado sistema electoral que premia con más diputados a quien menos votos obtuvo. Así fue más recientemente, el 14-A, cuando nuevamente la mayoría votó por la democracia, por Capriles, si bien el ilegítimo fue el indebidamente proclamado por el CNE.
¿Qué pasa que no somos capaces de cobrar los triunfos, de avanzar sobre los aciertos propios y sobre los inmensos errores, ineficiencia y corrupción del régimen ya podrido, desgastado y que hiede a fin? Algo ocurre. El sistema comunista se nos impone bajo las directrices de los Castro, desde Cuba, donde conocen de dialécticas y discursos que permiten manejar emociones, frustrar esperanzas, amilanar, amedrentar, chantajear y, en definitiva, frenar los procesos que llevan a los pueblos a levantarse, a ponerse de pie frente a lo absurdo y desechable. El viraje se va a ver y se verá pronto, no solo por el debilitamiento del régimen y por la máxima de que todo lo podrido se cae, sino porque la alternativa democrática se organiza, se prepara para avanzar.
Los jóvenes venezolanos, como ha sido siempre en la historia patria, son vanguardia, los hemos visto librar hermosas batallas, como lo estamos palpando hoy cuando nuevamente toman las calles, arriesgan la vida, se someten a huelgas de hambre y al azar que implica enfrentar los atropellos, la intolerancia y el totalitarismo de quienes niegan la disidencia. Nuestro reconocimiento a quienes más han padecido en esta noche que pronto ha de terminar. Reconocimiento a la Mesa de la Unidad por haber entendido que solo juntos podemos avanzar, que ha logrado sumar la fuerza de la pluralidad partidista a la causa democrática, si bien todavía no hemos tenido el mismo éxito en sumar a plenitud la sociedad civil, que aún lucha dispersa. Es hora de crecer con la fuerza de todos.
Por un lado el fortalecimiento de la alternativa democrática, y por el otro el debilitamiento de los cogollos podridos, el desmoronamiento que generan las luchas intestinas en el sector oficial, los Diosdado y los Maduro, las contradicciones del discurso con los hechos, así como la ineficiencia y la corrupción, nos permite pronosticar que la hora llega, que aproxima el tiempo en que los muertos enterrarán a sus muertos y en que alumbrará un nuevo sol, una hora en la que todos seamos un solo pueblo, sin exclusiones ni sectarismo, con instituciones y justicia, donde estemos siempre despiertos para reclamar derechos y condenar arbitrariedades. Gloria al bravo pueblo.
Paciano Padrón
Twitter: @pacianopadron