Si bien es cierto a lo largo de la historia laboral venezolana hay una asignatura pendiente a aprobar, y es la autonomía de sindicatos y gremios frente al Estado, patronos privados y partidos políticos; por otro lado afirmamos que sindicatos, gremios profesionales y la base trabajadora se encuentran en el momento propicio para asimilar estos conceptos fundamentales en la existencia del sindicalismo en cualquier parte del mundo.
El sindicalismo venezolano resiente hoy el más alto grado de dispersión de su historia y de reversión de sus valores, expresado en sindicalistas que aceptan como el Estado desmantela las conquistas laborales de sus compañeros de trabajo e igualmente aplauden y participan en la destrucción de fuentes de empleo estables en el sector privado, con políticas auspiciadas desde el conjunto de instituciones del Estado. Todo en nombre de una revolución del siglo XXI que ha determinado vivir en carne propia el miedo a perder el puesto y la pobreza.
Cada conflicto laboral se ha convertido en una universidad de la vida donde cada trabajador aprenderá la lección y la consecuencia de tener una dirigencia sindical, que justifica todo lo que decrete el Presidente de la República, en una época Chávez y ahora Maduro y su tren ejecutivo, presidentes de empresas del Estado y de Institutos Autónomos. De allí que al ritmo del tambor esta vitorea el IVA, represión militar a los trabajadores de PETROCASA, pírricos aumentos salariales mínimos, suspensión indefinida de los contratos colectivos en el sector público salvo excepciones, despidos selectivos por discriminación política con el apartheid desatado ante la derrota del régimen el pasado 14-A, imposición de la LOTTT que aniquila la libertad sindical, y el desconocimiento de FAPUV como representante de 40.000 profesores universitarios en el justo conflicto en pleno desarrollo.
El grado de desnaturalización de este sindicalismo gobiernero se expresa en la satisfacción, ante la persecución judicial a cientos de sindicalistas promovida desde el poder judicial, que ha llevado a la cárcel a Rubén González por dirigir la huelga de FERROMINERA. Con el único argumento que le permiten sus neuronas de acusar de apátridas, escuálidos, aliados del imperio a quien disienta de las políticas antilaborales del régimen.
Reflejando este sindicalismo oficialista una profunda ignorancia al definir el presidente de la CSBT a la OIT, luego de asistir a la reciente 102 asamblea anual en Ginebra, como “un organismo cupular de derecha que representa a una burocracia obrera y que no tiene nada que enseñarle a Venezuela…”. Cuando es un organismo tripartito que integra a gobiernos, sindicatos y empresarios de 175 países del orbe, lo que no dijo es que la delegación sindical oficialista asistió con 40 delegados tasados con viáticos mínimos de 6.000 dólares por cabeza.
Este no es el sindicalismo que aspiramos los trabajadores de allí nuestro objetivo desde FADESS junto a otras corrientes y centrales sindicales de relanzar al sindicalismo autónomo.
Movimiento Laborista
Froilán Barrios Nieves