No ha tomado posesión de La Casona, la residencia oficial. En cambio se le ha visto por la noche en el Cuartel de la Montaña, donde está el mausoleo de Chávez, publica ABC de España
Los vecinos de la urbanización caraqueña La Carlota no han visto al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y ni a su familia tomar posesión de la residencia oficial La Casona desde la investidura el pasado 19 de abril. Tampoco lo han visto frecuentar La Viñeta, una residencia destinada a los jefes de Estado extranjeros, donde está alojada su mujer y primera dama, Cilia Flores.
Sin embargo, los vecinos del barrio popular 23 de Enero ven con mucha frecuencia por la noche cómo entra la limusina o caravana presidencial en el Cuartel de la Montaña. Allí se encuentra el mausoleo de Hugo Chávez, al que Nicolás Maduro llama «jefe supremo» por haberlo designado su heredero antes de morir de cáncer el pasado 5 de marzo; luego transfigurado en un pajarito que, según el actual presidente, lo bendice.
Muchas veces pernocta en la suite japonesa del Palacio de Miraflores, siempre bajo la mirada y sombra de su tutor, pues hay un cañón en el mausoleo que apunta directamente a la sede del gobierno. Maduro se ha tomado muy en serio su papel del heredero de Chávez, cuyo recuerdo, a dos meses de su muerte, se va diluyendo de la memoria colectiva.
Maduro es de los pocos que afirma que nunca ha pretendido ser el máximo mandatario. Eso lo dijo cuando fue proclamado presidente el pasado 14 de abril, por un 1,49 punto de ventaja, antes de ser impugnado por su rival, el opositor Henrique Capriles. Quizás por esa razón no ha tomado posesión de La Casona, la residencia que han ocupado todos los presidentes de Venezuela.
Un grupo de vecinos explicó a ABC que La Casona sigue habitada por la familia de Chávez, es decir, por el hijo, las hijas, los yernos, los nietos…, lo que representa una usurpación, puesto que el uso de la residencia le corresponde al presidente de turno.
El amor de su vida
Maduro ha asegurado, por otro lado, que Cilia Flores es el amor de su vida. Incluso hay fotos donde aparece el presidente besando a su mujer en público durante la campaña electoral, cuando afirmaba que a él sí le gustan las mujeres, frente a la soltería de Capriles.
Su altura de 1,90 y su físico le han hecho granjearse la fama de galán. Se cuenta que durante sus seis años como canciller tuvo varias amantes, que luego se vieron beneficiadas con cargos en embajadas y consulados de Venezuela en el exterior.
Se dice también que su relación con Cilia, diez años mayor que él, es de «conveniencia». Ya estaban separados después de vivir juntos durante veinte años bajo la sombra de Hugo Chávez, cuando ella lo defendió tras liderar el golpe de Estado del 4 de febrero de 1992. Pero la campaña presidencial del pasado abril los volvió a unir, según la prensa rosa. Abogada y exprocuradora general, Cilia Flores ejerce una gran influencia en el gobierno de Nicolás Maduro.