El primer ministro egipcio, Hazem el Beblaui, prosiguió hoy sus gestiones para la formación de un gobierno de transición pese a la presión de los Hermanos Musulmanes, que convocaron nuevas protestas.
Mientras, la Fiscalía anunció la apertura de una investigación contra el depuesto presidente islamista Mohamed Mursi y varios líderes de los Hermanos Musulmanes y su brazo político, el Partido Justicia y Libertad (PJL), por varias denuncias, entre ellas incitación al asesinato.
Beblaui se entrevistó por teléfono con los candidatos a integrar el próximo gabinete interino, que tendrá unos treinta ministros, y señaló que mañana comenzará a recibirlos con la esperanza de tener completa la lista de nombres el próximo martes.
Frente a los intentos de impulsar el proceso de transición impuesto por los militares y que incluye una reforma constitucional y elecciones presidenciales, los Hermanos Musulmanes siguen negándose a reconocer a las nuevas autoridades.
Tras las masivas protestas que ayer reclamaron de forma pacífica la restitución de Mursi, la situación es de calma en El Cairo, donde algunos manifestantes siguen acampados en la plaza de Rabea al Adauiya.
Para mantener la presión en las calles, el vicepresidente del PLJ, Esam al Arian, anunció la convocatoria de nuevas concentraciones para el próximo lunes.
Según Al Arian, el único plan aplicable en Egipto consiste en «el retorno de la legitimidad», basado en la vuelta de Mursi, de la Constitución -actualmente suspendida- y de la -también disuelta- Cámara alta del Parlamento o Shura.
En cualquier caso, persisten las dudas sobre el futuro del presidente depuesto, contra quien se han presentado denuncias que la Fiscalía ha comenzado a investigar.
El portavoz de la Fiscalía, Adel al Said, indicó hoy que Mursi y varios dirigentes islamistas, entre ellos Al Arian, han sido denunciados por delitos como el trato con sectores extranjeros para dañar el interés nacional del país e incitación al asesinato de manifestantes.
Entre los dirigentes implicados destacan además de Al Arian también el líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badía, y los miembros de la cofradía Mohamed el Beltagui o Safwat Higazi.
Estos últimos han sido acusados de haber incitado a la violencia que causó al menos 51 muertos el lunes pasado en los confusos choques registrados frente a la sede de la Guardia Republicana en El Cairo.
Mientras, la situación sigue inestable en el Sinaí, donde al menos 37 supuestos extremistas han muerto y otros 40 han resultado heridos en operaciones de seguridad lanzadas contra grupos armados desde el pasado 30 de junio, cuando se desarrollaron masivas protestas contra Mursi.
Los ataques contra las fuerzas de seguridad en esa zona -normalmente cometidos por grupos islamistas radicales y tribales- se han exacerbado desde el golpe militar del pasado 3 de julio contra Mursi.
Ante el aumento de la violencia, la institución Al Azhar, la más prestigiosa del islam suní, condenó hoy las agresiones contra el Ejército.
Mientras, en el exterior miles de islamistas se manifestaron en Túnez para pedir «la vuelta a la legalidad» en Egipto y los árabes israelíes mostraron su apoyo a Mursi en Galilea.
Por su parte, la Liga Árabe insistió en defender el derrocamiento de Mursi y criticó la reciente suspensión de Egipto en la Unión Africana, que tiene por norma apartar a los países en los que se han perpetrado golpes de Estado.
EFE