No hay incidentes conocidos, afortunadamente, de que la seguridad de la presidenta Cristina Kirchner haya tenido alguna vez que sacar sus armas o actuar ante ninguna agresión. Pero Diego Carbone, jefe de los custodios, se las ha tenido que arreglar con centenares, quizá miles de brazos, manos y deditos que con la mejor intención, podrían afectar la integridad corporal de la Presidenta. Tanta cercanía sumaría hoy una actividad menos conocida: las cenas a solas en Olivos, según destacó en su última columna de opinión en Clarín el periodista Eduardo Van der Kooy.
«¿Cuál es el comando de campaña del FPV? ¿Cuáles son sus principales estrategias? No habría nada de eso. Todo funciona al compás del humor presidencial. Los diálogos habituales con Máximo, su hijo, y con Zannini. Aunque algunos habitantes de Olivos habrían descubierto una llamativa novedad. La cenas solitarias y tardías que Cristina sabría tener ahora con un hombre de buen porte, ajeno al universo político. Es Diego Carbone, el jefe de sus custodios. ¿Temor frente a algún imprevisto sobre su seguridad personal? Portavoces de la residencia dicen que nada de eso: que, entre platos de frutas y verduras, intercambiarían opiniones sobre la realidad», contó Van der Kooy el domingo.
Desde que es primera dama, el principal Carbone es el guardaespaldas más importante de Cristina Kirchner. La sigue a sol y a sombra, en el país, en los viajes al extranjero, los fines de semana cuando viaja a Santa Cruz. Cuando ella camina en público él es quien le abre paso, o la sigue a muy corta distancia, según la ocasión. Y cuando la Presidenta se acerca a los vallados a saludar a sus simpatizantes, debe lidiar con esas manos y dedos emocionados que buscan abrazarla, tocarla, apretujarla. Ahí está Carbone siempre solícito para cumplir una de sus misiones: que Cristina no salga con moretones o magulladuras en ese proselitismo de cercanía. Carbone «opera» sobre esas manos de hombre o de mujer y calibra al instante si debe actuar o no, si implican riesgo, si debe hacerlas aflojar su presión sobre los expuestos hombros, brazos o espaldas presidenciales.
Dentro de la seguridad presidencial, un tramado donde conviven policías y militares (del Regimiento de Granaderos) bajo órdenes de la Casa Militar de la Presidencia, la tarea específica de primer anillo en los desplazamientos la ejercen los entrenados miembros de la División Custodia de la Policía Federal. Carbone es uno de ellos, y ha sabido perdurar a lo largo de los años con la confianza renovada de la Presidenta.
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