La aspiración de cualquiera es tener un techo propio, sin embargo, para muchos, es inalcanzable, casi que imposible.
La Misión Vivienda, pese a todo lo que se ha anunciado, no ha podido satisfacer la demanda de un gran número de damnificados, que aún se encuentran en los refugios esperando que les otorguen lo prometido, por lo que permanentemente protestan.
Además de los que esperan por las viviendas construidas por el gobierno, hay muchas familias que buscan las del sector privado, que al estar afectado por la carencia de insumos, los excesivos controles, se ve imposibilitado de satisfacer la demanda.
Los compradores se quejan por los altos precios de las viviendas, tanto de nuevas como de viejas edificaciones.
Aquiles Martini Pietri, presidente de la Cámara Inmobiliaria, manifestó, recientemente, que es necesario comprender la estructura del problema inmobiliario en el país, cuya problemática no radica en que las viviendas estén más caras o no, “la realidad es que los venezolanos somos cada vez más pobres”, dijo.
Para entender el “alto costo” de las viviendas, hay que considerar que el material con el que se construyen hay que importarlo, pagarlo en dólares, lo que incrementa considerablemente el precio.
Aunque resulte insólito que en Venezuela no haya cemento, ni cabillas, que deberían producir las empresas básicas expropiadas por el gobierno, la realidad es que no satisfacen la demanda. Además, el precio regulado es un eufemismo, ha surgido un perverso mercado negro de estos insumos, y para obtenerlos hay que comprarlo al doble o hasta el triple del precio controlado.
El problema de la ausencia de una oferta inmobiliaria que satisfaga la demanda afecta a la clase media y a los más pobres. Es una utopía pensar que una pareja, en las que ambos ganen sueldo mínimo, puedan reunir una inicial, conseguir un crédito hipotecario y hacer realidad el sueño de casa propia.
Los que optan por construir poco a poco, con mucho esfuerzo, una casita en un barrio, se encuentran con la escasez de cemento, bloques, cabillas, lo cual transforma la aspiración en frustración.
El déficit de viviendas en Venezuela se incremente cada día, cifras extraoficiales lo ubican en más de 2 millones 700 mil, por lo que es muy cuesta arriba pensar que se solucionará en el corto plazo.
Es así como muchos venezolanos se encuentran frustrados. Jóvenes parejas que se casan tienen que vivir con los padres, porque viviendas de alquiler tampoco hay.
Mientras el gobierno nacional mantenga los férreos controles de todo lo relacionado con la construcción de viviendas, no trabaje coordinadamente con el sector privado, la aspiración de techo propio seguirá siendo un sueño inalcanzable.
Coordinador Nacional de Independientes por el Progreso
Noel Álvarez