Anaco como el resto de Venezuela está repleta de problemas, de necesidad, de deudas sociales, le brota por doquier las graves situaciones que los hombres y mujeres de a pie tienen que enfrentar, pero lo más lamentable de todo es la inercia, la parálisis de los responsables de solventar esta realidad.
El «presidente» Nicolás, el gobernador foráneo, y los alcaldes rojo, rojitos son incapaces de solucionar las urgencias del pueblo, su cháchara del «gobierno de calle» es un invento propagandístico que sólo busca minimizar en algo la imagen deteriorada de un régimen que día a día se corroe en su propia ilegitimidad e inconsistencia.
Los venezolanos somos los que estamos sufriendo la triste realidad; son muchos los problemas que carcomen a la nación y tan pocas las soluciones que nos muestra el gobierno, y sobre todo tan escasas las acciones que emprenden para paliar la necesidad convertida en hambre, temor, desabastecimiento, criminalidad y desorden.
Desde Anaco, corazón gasífero de Venezuela, le hago un llamado a todos los venezolanos que lean este humilde artículo para que tomen consciencia de lo que se está jugando el país, quienes amamos a la nación debemos emprender el camino del rescate nacional eligiendo nuevos alcaldes que sí trabajan por la república y no por intereses personales o partidistas.
Ya sabemos que pasa cuando nos abstenemos, ya conocimos lo que sucede cuando nos quedamos en casa, aquí en Anzoátegui estamos viviendo los resultados de la no participación, tenemos un gobernador forastero, que no hace nada, que se han convertido, según dicen, en un asiduo comensal en los mejores restaurantes y un viajero frecuente de las aerolíneas al viajar constantemente a Caracas.
Gracias a la abstención Anzoátegui es gobernada por un señor que vive más tiempo en Caracas, pendiente de los líos internos del Psuv, que trabajando por las soluciones a las situaciones, coyunturas, necesidades y peticiones de los anzoatiguenses que dejaron de vivir en un estado para sobrevivirlo diariamente.
Más allá de la acumulación de sinsabores que permanentemente tenemos que sobrellevar con estoicismo casi penitente es la inacción de los gobernantes, es el descaro de quienes tienen el poder, es la cruel realidad de unos enchufados que diariamente apiñan fortunas en la misma medida que el resto de los venezolanos suman miserias, tristezas y molestias a raíz de la crisis social, económica y política generada por la mala administración roja.
Todos los días al levantarme le pido a Dios que nos permita, a todos los venezolanos, a salir de este atolladero político en el cual nos sumergió un pensamiento caduco, trasnochado y antaño que no se parece a nosotros y que está totalmente divorciado del sentimiento de un pueblo que lleva más de 14 años pasando las de Caín.
Ana Martínez