Una británica desarrolla una «cámara» muy especial: en vez de almacenar imágenes, retiene olores
En el célebre «episodio de la magdalena» del autor Marcel Proust, al narrador de «En busca del tiempo perdido», la más famosa obra del escritor francés, le asaltan recuerdos del pasado cuando huele y prueba una magdalena que en principio no tenía ningún significado para él. Proust relató aquí lo que es posiblemente la más famosa alusión literaria a la denominada memoria involuntaria, aquella que nos llega cuando ni la esperamos ni la buscamos. Y la anécdota de la magdalena está además avalada científicamente, ya que varios estudios científicos han demostrado que el sentido del olfato es el que consigue traer las memorias de forma más clara. Ahora, un nuevo invento intenta convertir esto en algo más tangible, y poder reproducirlo casi como si de una foto se tratase. La «cámara de olores» podría ser realidad muy pronto.
Captar los olores »Acababa de terminar mi licenciatura en la universidad de St. Martin cuando me empecé a interesar en cómo sería posible guardar los recuerdos de alguna forma que no fuese visual. En internet y en las redes sociales estamos tan invadidos por fotos, videos, etc… que a veces parecen perder valor», le dijo a un medio local Amy Radcliffe, la autora de la idea (que denomina «scentografía»). La idea de Amy es conseguir captar con un aparato olores que puedan ser transferidos a una especie de ampolla, que luego podrá ser abierta y olida en otro momento y en otro lugar. »Buscaba algo con un poco más de valor, algo no tan común como una imagen, y entonces me encontré con los olores, que son capaces de provocar una respuesta emocional muy intensa», señala. Y todo esto se consigue con un proceso que no es precisamente nuevo.
Una tecnología no tan nueva La tecnología que hace posible la idea de Amy es conocida como tecnología «headspace», que data de los años 80 y que se usa para capturar olores de determinados ambientes y traspasarlos a lugares controlados. Con este principio esta británica consiguió fabricar su propia «cámara» de olores. El proceso se basa en la cámara propiamente dicha, que consiste en una especie de cubierta de vidrio y un sensor de olores, además de un cuerpo de cerámica. La cámara absorbe el olor del objeto, que se pone bajo la cubierta de vidrio. El sensor de olores, que está sobre la cámara, contiene una resina especial que retiene el olor y que será posteriormente transportado a un laboratorio para ser analizado y así poder ser reconstruido sintéticamente. Una vez hecho esto el olor podrá ser almacenado en un pequeño frasco. «La idea es que el frasco se use una única vez, ya que los olores tienen menos resistencia que otros recuerdos, en el sentido de que si lo pudiese almacenar para recordarlo una y otra vez al final ese olor perdería su significado para mí», señaló Amy.
Olores personalizados La magdalena de Proust probablemente no significaría nada para cualquier mortal que no sea el narrador, por eso las muestras con las que trabaja Amy son de olores muy personales. «Intentaremos almacenar olores orgánicos, que son los más susceptibles y los más fáciles de captar, pero el problema es que cada uno de ellos significa algo diferente para cada persona.» En caso de que la «cámara» se desarrollase comercialmente las cápsulas de recuerdos tendrían que tener un claro significado para el que la está oliendo. Pero si funcionase, como la magdalena, podría provocar al que la oliese una respuesta emocional intensa, una epifanía que no pudiese ser despertada de ningún otro modo, un trozo de nuestra vida que ninguna foto podría devolvernos de la misma forma. Ni siquiera una foto de Instagram.
Agencias