Aunque parezca increíble, en Venezuela la venta de alimentos pasa por un proceso de militarización altamente perjudicial para consumidores, vendedores y hasta el propio gobierno nacional.
Son los efectivos militares quienes deciden si usted entra o no a un supermercado porque parten de la presunción de que toda comprador, cualquiera sea su condición o edad, es un revendedor de alimentos o, como se le conoce popularmente en el Zulia, un bachaquero.
Desde esta errónea óptica del gobierno nacional, todos los consumidores son potenciales bachaqueros o, mejor dicho, contrabandistas de alimentos que, a juicio del alto gobierno, son los directos responsables del grave desabastecimiento que vive el país.
La ama de casa, el joven o el padre de familia son quienes están pagando las consecuencias de las erradas políticas económicas que vienen desde el gobierno de Hugo Chávez y se mantienen en el actual período de Nicolás Maduro, consistentes en expropiaciones, impuestos y férreos controles a la actividad económica de las empresas privadas.
La gente del pueblo es, a juicio de Maduro y sus ministros, quien está deliberadamente perjudicando la producción y distribución de los bienes más esenciales y de allí el apostamiento de los militares en los supermercados estatales y privados, sobre todo en éstos últimos.
Un comprador tiene que pasar primero por la estación del militar quien decide dejarlo o no entrar al establecimiento porque, caso contrario, lo envía a una interminable cola que se forma desde tempranas horas de la mañana y la cual nunca disminuye en cuanto al número de gente en la fila.
En segundo término, está obligado a identificarse con su cédula que, en este caso, se constituye en una especie de cartilla de racionamiento cubana porque es a través de la presentación de ese documento y no mediante su poder de compra, como puede adquirir los alimentos necesarios y en un número máximo de dos o tres por persona, so pena de ser un delincuente o bachaquero.
La militarización del proceso de adquisición de los alimentos en Venezuela, sobre todo en el estado Zulia, se constituye en una política asociada a los antiguos regímenes comunistas donde todo estaba controlado por el gobierno, dejando puertas abiertas para la corrupción de funcionarios gubernamentales, ahora con amplios poderes para decidir a quienes venderles los productos esenciales. Porque para nadie es un secreto que los militares apostados en los supermercados privilegian a los compradores del oficialismo por encima del ciudadano común.
Comprar, entonces, es una verdadera tragedia en Venezuela porque los militares no están preparados para custodiar alimentos o su venta, sino para proteger al Estado, de allí que deben regresar a los cuarteles y el gobierno nacional necesariamente debe eliminar los controles, impuestos y expropiaciones contra las empresas privadas del sector de los alimentos. De seguir así, la situación se agravará en Venezuela porque a ningún gobierno le ha ido bien cuando se ha metido con el estómago de la gente.
Exequíades Chirinos
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