Desde que Nicolás Maduro asumió la presidencia se ha visto obligado a tomar medidas nada fáciles.
Una de ellas fue la devaluación del bolívar, colocando el precio oficial del dólar a 6,30. Ello fue una respuesta al ajuste especulativo que se había producido en la economía, donde la gran mayoría de los actores establecieron sus precios referenciados en el llamado dólar paralelo, el cual se estima en un precio mucho más elevado que el oficial.
Para hacer justicia, el elemento especulativo juega un papel importante en la fijación de los precios, pero también cuentan, en mucho, las expectativas que dominan dentro de aquellos actores. Esas expectativas son un elemento de presión con los cuales, además, juegan los factores mediáticos, los que, permanentemente, exigen medidas de sinceración, pero cuando ellas se producen, inmediatamente se cambian de acera, criticándolas descarnadamente.
El gobierno ha tratado de modificar esas expectativas catastróficas sobre la economía modificando actitudes y planteamientos políticos. En verdad, estos han sido bien recibido por la mayoría del país. Pero, desde los rincones de los extremos radicales, permanecen los francotiradores que siembran alarma. Unos porque viene el comunismo y otros, porque no se le da más duro al mundo capitalista.
Por supuesto, la capacidad de los primeros es mucho mayor, puesto que cuentan con periódicos, radios y plantas televisoras para difundir su pesimismo.
En ese marco se realizó la segunda subasta. Desde nuestro punto de vista ella no logró impactar en las expectativas pesimistas que dominan entre los actores económicos. Bien porque su fin esté orientado a objetivos políticos o porque realmente crean que hacen falta no solo subastas sino otro conjunto de medidas que les permita recobrar la confianza.
Por cierto, desde que me conozco estos actores económicos siempre demandan confianza. Ni siquiera Carlos Andrés Pérez con su paquete, pudo lograr que la tuvieran. Paul Krugman dice que si uno se inmoviliza esperando que esos sectores tengan confianza, se lo lleva el diablo, como le pasó a Pérez mientras continúan exigiendo medidas que se la inspiren.
Pero, a pesar de eso, existen unos hechos objetivos que reclaman un conjunto de respuestas articuladas y coherentes. Y una de ellas es examinar si es adecuado y posible mantener el margen tan amplio de subsidio que tiene la economía venezolana. Si mantener por ejemplo esta situación permite, generar justicia social o si, por el contrario, se están produciendo subsidios cruzados, favoreciendo a sectores que no los requieren y atendiendo débilmente a quienes si lo necesitan.
Indudablemente es necesario asumir un conjunto de medidas y políticas que reviertan las expectativas que hoy existes dentro de un importante sector de la sociedad, Pero hay que hacerlo a pulso y con cuidado. El país ha logrado una transición de gobierno sin hechos que lamentar. No era fácil sustituir un liderazgo como el de Chávez, mucho menos en un ambiente tan crispado como el que existía para el momento de su gravedad. Sin embargo lo hicimos sin alteraciones a la paz. Ello es invalorable, aun cuando en este momento ello no sea valorado con justicia.
Iván Gutiérrez