BEIRUT. Soldados sirios expulsaron el lunes a insurgentes de Homs, reforzando su asedio sobre los bastiones rebeldes restantes en la ciudad, que conecta a Damasco con el corazón en el Mediterráneo de la secta alauí del presidente Bashar el Asad.
Los avances del Ejército en el distrito de Jalidiya se producen después de una contraofensiva de las fuerzas de Asad, que han hecho retroceder a los rebeldes alrededor de la capital siria y tomado nuevamente ciudades y pueblos cercanos a la frontera con Líbano en las últimas semanas.
«Esta mañana las fuerzas armadas, en colaboración con la Fuerza de Defensa Nacional, tomaron pleno control de Jalidiya», dijo un oficial del Ejército, refiriéndose a la milicia que ha combatido en la ofensiva junto con guerrilleros del grupo libanés Hezbolá.
El oficial habló en la televisión siria en una emisión en directo desde Jalidiya. Ruinas desiertas, destruidas y malezas de un metro de altura en las calles llenas de escombros a su alrededor mostraban la escala de la destrucción en una ciudad que alguna vez fue un centro industrial en Siria.
Una distintiva mezquita construida en piedra negra y blanca que alberga el santuario del líder militar islámico Jalid ibn al Walid también resultó gravemente dañada.
Algunos activistas cuestionan la captura del distrito de Jalidiya, diciendo que los fuertes enfrentamientos continuaban el lunes por la mañana, pero concediendo que el Ejército tenía control de casi todo el vecindario.
El progreso del Ejército en Jalidiya se da un mes después de que lanzó una ofensiva en la ciudad de Homs, consolidando su captura de las ciudades fronterizas de Qusair y Tel Kalaj, que fueron usadas para introducir armas rebeldes y combatientes a Siria desde Líbano.
Al menos 100.000 personas murieron en el conflicto sirio, que comenzó con protestas pacíficas contra el Gobierno de Asad en marzo de 2011, pero gradualmente se convirtieron en una guerra civil después de una represión del Ejército contra las manifestaciones.
Casi dos millones de refugiados huyeron del conflicto entre los rebeldes mayoritariamente suníes y los seguidores alauíes de Asad, cuya minoría es un desprendimiento del islam chií.
Las potencias regionales suníes Arabia Saudí, Qatar y Turquía han apoyado a los rebeldes, mientras que los chiíes Irán y Hezbolá han dado respaldo militar a las autoridades sirias.
Asad también envió refuerzos a la ciudad de Alepo, en el norte del país, gran parte de la cual ha estado en manos rebeldes durante un año.
Una coalición de rebeldes islamistas anunció una campaña denominada «Amputación de los Infieles» contra las fuerzas de Asad en los distritos occidentales de Lairamun, Dahr Abed Rebbo y Zahraa, en Alepo.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos dijo que un ataque nocturno de los islamistas había matado a ocho miembros de las fuerzas armadas. Otros cinco desertaron, según el grupo de vigilancia con sede en Reino Unido que tiene una red de fuentes en Siria.
En la ciudad de Tal Hasel, al sudeste de Alepo, combatientes kurdos se enfrentaron con islamistas del Frente Nusra, vinculado con al Qaeda, dijo el Observatorio. Un comandante kurdo y tres combatientes de Nusra murieron.
Combatientes kurdos y de Nusra también han estado luchando más al este, cerca del cruce fronterizo Ras al-Ain con Turquía.
Agencias