La abogacía no es una profesión para litigar exclusivamente, ante todo, el abogado debe evitar el pleito agotando vías conciliatorias, es la prevención de juicios. El médico no es para luchar contra la muerte sino para alargar la vida
Cesáreo José Espinal Vásquez
cjev@cantv.net
Aquella vieja frase al referirse sobre mala conducta de algunos jóvenes: “Árbol que nace torcido nunca su tronco endereza”, no puede aceptarse en forma determinante y absoluta porque tanto los árboles como los jóvenes se les puede enderezar y obtener buenas cosechas.
Esas horquetas para la juventud y desde la niñez, son en primer lugar el ejemplo de sanas orientaciones, consejos y en definitiva la instrucción ciudadana o cívica. Es el respeto a uno mismo y a todas las personas en sus creencias sociales, políticas, humanas, credo y raza.
Conciliar es la clave para el mejor entendimiento y convivencia en paz.
El primer deber del Estado es dar ejemplos de buenos modales, respetando se hace respetar, es tener “auctoritas” sin persecuciones políticas, sin ofender, sino por el contrario dialogar de buena fe con la oposición democrática para los fines comunes del ideal social. No podrá existir paz y en consecuencia, seguridad, justicia y bien común como fines del Estado de Derecho Justo, cuando la gente se encuentra sometida, subyugada y atemorizada por un gobierno que no garantiza la paz con su ejemplo.
La democracia no es la tiranía de la mayoría, sino la alianza con las minorías para el ideal social.
El ideal social es el bienestar de todos los ciudadanos, llámese pueblo o gente, por ser el bien común.
Toda educación lleva implícita la instrucción, pero la instrucción no es propiamente la ortodoxia de un pensum de escolaridad y estudio para obtener una licenciatura o un doctorado. Muchos doctos, carecen de instrucción cívica y otros muchos, de todas las profesiones han ejercido sus actividades con “licencia para engañar, robar, corromper y picar pleitos”, estando ajenos de buena conducta ciudadana. Asimismo, muchas personas de todas las clases sociales, sin haber pisado una universidad, tienen el don de gente. Ese don, que comienza con dar los buenos días y que en definitiva, son valores éticos y morales que se reciben con la instrucción ciudadana o cívica.
La abogacía no es una profesión para litigar exclusivamente, ante todo, el abogado debe evitar el pleito agotando vías conciliatorias, es la prevención de juicios. El médico no es para luchar contra la muerte sino para alargar la vida. Es de instrucción cívica o ciudadana. El juez está obligado en conciliar las partes del proceso.
Es conciliable en el ideal social el justanuralismo y el juspositivismo, el marxismo y la democracia humanista, ética y moral, para convivir en un verdadero Estado de Derecho Justo y mediante instrucción ciudadana y educación.