La represión genera una dependencia del sexo femenino hacia la figura masculina. El papel de las mujeres se reduce, pues, a la atención del hogar, a cuidar a los hijos y al esposo. Esa represión se evidencia en el uso de etiquetas que limitan el comportamiento de las mujeres. Tales etiquetas ejercen una presión psicológica cuyos daños son irreparables
“Estereotipar consiste en enfatizar rasgos negativos aplicables a unos pocos. Esos rasgos se generalizan a todo un grupo, población o sexo, como, en este caso, ocurre con las mujeres en general cuando se las califica de manera negativa”
Recuerdo que, a finales de los ochenta, cuando era una adolescente quinceañera, estaba muy de moda una canción cuya letra decía: ‘No controles mis sentidos, no controles mis vestidos’. Esa canción, según me acuerdo, trataba de cómo una joven se revelaba contra las órdenes de sus padres quienes querían corregir su manera de actuar, de vestir; de hablar y de ser. La jovencita no lo permitía.
Algo como lo que describe la letra de la referida canción ocurre con el trato despectivo que, a diario, reciben miles de mujeres por parte de los hombres, sobre todo, de esposos o novios, hasta de progenitores y hermanos. Sin embargo, muchas de ellas lo permiten. Con ese trato, ellos pretenden coartar y limitar la capacidad de acción de ellas. De esta manera, se consigue que las damas tengan una posición pasiva ante la vida en que la sumisión y la dominación están presentes.
1. Unos dominan y otras resultan dominadas
Lo anterior forma parte de una situación en que unos dominan y otros (u otras) resultan dominados (as). En el primer caso, los hombres, crean las reglas y sus códigos. Disponen también cómo deben ser interpretados esos códigos. En segundo caso, las mujeres deben tanto obedecer esas reglas como también interpretar tales códigos tal como los miembros del sexo opuesto dicen que hay que hacerlo, aunque esa manera de ver la realidad las perjudique y hasta las hagan sentir rechazo de su condición de mujer.
La situación anteriormente descrita se manifiesta en el lenguaje, concretamente, en el uso de frases negativas. La influencia psicológica de tales calificativos, manifestados en frases que estereotipan, trae consecuencias de por vida en la víctima, más que todo de tipo psicológico, a causa de un maltrato verbal. Cuando hablo de víctima me refiero a la mujer a quien van dirigidos esos ataques verbales que van cercenando su capacidad de acción.
A lo anterior se suma que los hombres critican duramente la conducta de las mujeres. Esas críticas se manifiestan en el empleo de estereotipos. Estereotipar consiste en enfatizar rasgos negativos aplicables a unos pocos. Esos rasgos se generalizan a todo un grupo, población o sexo, como, en este caso, ocurre con las mujeres en general cuando se las califica de manera negativa. A través del estereotipo, se ocultan los rasgos positivos o las cualidades que pueda poseer el afectado limitándolo y encasillándolo en un tipo, clase o grupo.
2. Frases que condenan a las mujeres
Un ejemplo de cómo funciona el estereotipo se presenta en la época de la Conquista de América cuando los indígenas eran calificados de ‘perezosos’ o de ‘bárbaros’. Asimismo, el comportamiento de las mujeres es actualmente etiquetado destructivamente como ‘generadoras de corrupción’.
Prueba de lo anterior es que existen frases encabezadas por un ‘si’ condicional en apariencia pero represivo en esencia. Ejemplo de tales frases son las siguientes: ‘Si miras de esa manera pueden pensar que eres una mujer fácil’; ‘si te vistes de tal forma, pareces una prostituta; ‘si no caminas de un lado determinado de la acera, pueden creer que eres una mujer de la calle; ‘si miras más de una vez a un hombre, pueden sospechar que quieres algo con él’; y ‘si fumas en la calle, eres una mujer de comportamiento relajado’.
Existe, por consiguiente, una larga lista de expresiones similares, las cuales reflejan el pensamiento de una sociedad machista que busca mantener perennemente la supremacía del sexo masculino sobre el femenino. Las frases anteriores tienen como objetivo asociar el comportamiento de la mujer común, o sea, la profesional, la que desempeña un oficio laboral y la del hogar, con la actitud de damisela dispuesta a ceder fácilmente a los placeres del amor. Todo parte de un deseo que opera en el subconsciente de los miembros de sexo masculino, que proviene de la prehistoria, cuyo fin es demostrar que las mujeres son controlables. Éstas, por consiguiente, sólo tienen que obedecer ciegamente la autoridad de su pareja, la cual siempre tendrá en la relación sentimental más poder que ellas.
3. Reprimir genera dependencia
La represión genera entonces una dependencia del sexo femenino hacia la figura masculina. El papel de las mujeres se reduce, pues, a la atención del hogar, a cuidar a los hijos y al esposo. Esa represión se evidencia en el uso de etiquetas que limitan el comportamiento de las mujeres. Tales etiquetas ejercen una presión psicológica cuyos daños son irreparables. El uso de los calificativos negativos tiene por objetivo demostrar la supuesta depravación latente en ellas. Las etiquetas van atando las manos de sus víctimas. Sin embargo, cada día que pasa, más mujeres se van revelando contra la agresión verbal que las condena a vivir bajo el yugo y la sombra del hombre machista. Sobre todo, en el presente, en pro de la armonía, el bienestar y la unión familiar, el hombre debe hacer conciencia de esos maltratos solapados dirigidos a las mujeres de su entorno.
A pesar de lo anterior, cuando aún existe maltrato por parte de los hombres hacia las mujeres que se manifiesta en el lenguaje en el uso de etiquetas y frases negativas que tienen por finalidad limitar la capacidad de acción de sus compañeras, hijas o hermanas; en la actualidad, cada vez más, se revelan las féminas, contra todo aquello que las encasillen, sin dejar de lado que aquí, en Venezuela, existen leyes que las salvaguardan de agresiones o maltratos psicológicos, como la Ley que protege a la mujer de una vida libre de violencia.
¿Recibes ataques verbales de hombres cercanos?
*** Tu pareja, padre o hermano crítica duramente tu manera de vestir; de hablar o tu comportamiento en general, generalizándolo una vez que te dice que todas las mujeres actúan de una manera que califican negativamente.
*** Las críticas duras que recibes te hacen sentir mal hasta avergonzarte de tu condición de mujer, limitando tu espacio y tu capacidad de acción. Si es de este modo; definitivamente, eres víctima de un lenguaje sexista
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas