En el primer año de derecho en la UCV, tuve el honor de tener profesores de excepción, entre ellos, el Dr. Antonio Moles Caubet, insigne educador en derecho constitucional y derecho administrativo, quien con el Dr. Eloy Lárez Martínez, fueron pioneros de esta disciplina jurídica.
En la relación indivisible de los conceptos sobre Estado y Derecho, abordó el profesor Moles Caubet, la configuración jurídica del Estado. Explicaba que todos tenemos o pretendemos tener una noción de lo que es el Estado, pero tan vaga e imprecisa que ocurre como afirmaba San Agustín “del tiempo”, “si me preguntas lo que es, no lo sé, pero si no me lo preguntáis, si lo sé”.
En definitiva, el Estado y el Derecho se conocen por sus fines. El Estado, en su concepción más amplia, es territorio, población e instituciones públicas. El Derecho, por sus fines de bien común, justicia y seguridad.
El Estado es inmutable, es decir, una vez en República, después del siglo 19, por su independencia y soberanía al dejar de ser colonia, su carta magna, ley de leyes democrática, puede ser reformada o redactarse una nueva constitución, pero el susbstratum juris de Estado como ente político, es permanente. En este sentido, es impropio que en el preámbulo de la vigente Constitución de 1999, se hubiese establecido que fue “con el fin de refundar la República”, por lo que los constituyentes perdieron de vista el concepto jurídico-político de Estado-República y Derecho. La República y el Estado en un sistema democrático son inseparables. No existe República sin Estado, ni Estado democrático sin República. La República de Venezuela, fue fundada en 1830 por el General José Antonio Páez por cuanto hasta ese año, éramos colombianos por la Constitución de la Gran Colombia, desde 1819. En nuestro país, solo ha existido la Constitución de 1811, perdida con primera República; no hubo segunda República en 1813 por no haberse podido convocar la constituyente, todos huían en la emigración a oriente, ni ha existido cuarta y quinta república, que son recientes expresiones del populismo demagógico.
Afianzado en la infraestructura del Estado-República, la institución fundamental de Derecho, es la justicia, pero está por si sola en democracia, es un “cascarón vacío”, usando una expresión de Mandela.
La justicia debe conjugarse con la seguridad y el bien común, de lo contrario no existirá realmente un Estado de Derecho Justo, que constituya el ideal social para convivir conciliando en armonía la paz ciudadana.
Todos los sistemas políticos democráticos o socialistas, entendiéndose en su dimensión moral y ética, no subordinadas y esclavizadas en democracia capitalista, neo-liberal y salvaje ni en socialismo marxista, estatista y tiránico, deben deponer sus ambiciones desmedidas de poder y cobijarse en sus prístinos principios de lo justo, celebrando la alianza nueva para la paz en Estado y Derecho.
Cesáreo José Espinal Vásquez
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