El antesalista Miguel Cabrera busca la triple corona, mientras se encuentra en la ruta de consagrarse como el mejor bateador venezolano de la historia
Una pelota rápida, frisando en las 95 millas, devuelta de línea por predios de la izquierda. Una curva que termina en las gradas de la derecha. Recta bajita, cañonazo sobre segunda base…
Poder. Contacto. Habilidad para utilizar el bate. Azote de lanzadores, Miguel Cabrera sigue en primer plano, con una temporada 2012 en la cual va camino a superar casi todas sus marcas. Con gran opción para retener el título de bateo que ganó el año pasado por primera vez. Y, en general, una actuación que hace proliferar en Detroit los carteles de MVP, una calificación para la que parece destinado, pero una lucha que exigirá sus mayores esfuerzos en los próximos quince días.
¿El mejor de los mejores?
Primero fue Alejandro «Patón» Carrasquel. Talento deportivo y carácter le llevaron a abrir desde el montículo una ruta de lucha, llena de obstáculos que no pocas veces significaron sacrificios, en particular para los peloteros latinoamericanos. Un camino que seguiría su sobrino Alfonso, también como pionero. Porque este inició la zaga de los shortstops, que tan buena imagen dieron de su país, victoriosos en esa batalla requerida de tanto temple como talento y que tiene su figura cimera en Luis Aparicio, único venezolano en el Salón de la Fama.
Pero fue con Antonio Armas que emergieron los bateadores, especialmente los de poder. El oriental hizo historia con sus jonrones y su buena defensa, demostrando que en medio de su evolución el país también era capaz de producir protagonistas de eso que llaman «la emoción del beisbol». Hecho confirmado -y superado por Andrés Galarraga, cuya trayectoria simbolizó las dos facetas del bateo -el contacto y el poder- con títulos por average y cuadrangulares.
Esa producción de la pelota criolla no se ha detenido. Y, sin desgranar muchos nombres, dejemos como ejemplo los de Maglio Ordóñez, también conquistador de un campeonato de bateo, y del polifacético Bob Abreu.
Eso de la evolución, del progreso sostenido, tiene hoy a Cabrera como la figura principal, el llamado a dar al traste con todas las marcas de sus predecesores. Lo ha demostrado en ese tránsito exitoso, tanto que no pocos analistas citan su nombre cuando se habla sobre la posibilidad de volver a esa especie desaparecida de un ganador de la Triple Corona.
Cuando las grandes ligas entran en la etapa decisiva de la clasificación a postemporada, con una novedad -los dos comodines en cada liga-, que extiende la opción de los principales protagonistas y con ello el espectro de emociones de septiembre, Cabrera luce «encendido», con una consistencia que le convierte no solo en figura cumbre en lo individual, sino en una de las piezas vitales de los Tigres de Detroit en sus aspiraciones de meterse en las series de octubre.
Se prenden las alarmas
Nada más contundente que la carta de presentación del maracayero en grandes ligas. Un cuadrangular como emergente de los Marlins para decidir el juego de ese 20 de junio de 2003, encendió las alarmas para los lanzadores.
Desde entonces ese huracán no ha perdido fuerza. Una temporada tras otra, a punta de bate -con los Marlins primero, con los Tigres-, la consistencia ha sido una de sus características. En cada una ha superado el centenar de carreras empujadas, en 8 de 10 su average ha estado sobre los 300, en 5 concluyendo sobre las 100 anotadas.
¿Cuadrangulares? También acusa regularidad. Solo en 2006 (con 26) estuvo por debajo de los 30, con topes de 37 y 38 en 2008 y 2010. También mantiene el paso en sus cifras de embase y slugging, y en la actual va camino a superar varias de sus marcas.
Altas y bajas; adentro y afuera
En lucha permanente con la tendencia a subir de peso, Cabrera ha tenido contratiempos en su trabajo a la defensiva. Sin embargo, el talento beisbolero (es de los que, dice el común, «nació para jugar pelota» le permite salir adelante, sin que su ofensiva sufra gravemente por los cambios de posición.
En los Marlins comenzó como tercera base. En un momento, en la segunda o tercera campaña, tuvo serios problemas de sobrepeso, y así le vimos en Chicago, incómodo al fildear hacia adelante. Sin embargo, superó el mal momento y terminó con mejores números en la segunda parte.
Al llegar a Detroit, el mánager Jim Leyland le mudó a primera base. Y cuando le interpelaron sobre tal decisión, fue enfático al declarar la confianza en que, por su calidad, el venezolano sabría adaptarse a la nueva posición. Y allí andaba, mejorando cada día y pegando batazos. Sólo que para 2012, ante la oportunidad de beneficiarse con la tremenda ofensiva de Prince Fielder, la solución al campo, para el equipo, era mudarle nuevamente a la antesala.
De paso, la presencia del nuevo inicialista le ha dado a los Tigres uno de los «one-two» más terroríficos del beisbol actual, como lo testimonia el más de 200 carreras empujadas y el más de medio centenar de jonrones que acumulan.
En lo personal también ha confrontado momentos difíciles. De esos que, cuando hay conciencia, sirven como experiencias para madurar. Un incidente con la autoridad, una denuncia de violencia doméstica, enturbiaron un tanto su entorno, pero ha sabido reaccionar positivamente, con los consejos oportunos de gente como el manager Leyland.
Haciendo su agosto
Figura central en 2012, Cabrera tuvo un agosto explosivo, que le llevó a superar los 35 cuadrangulares y el centenar de impulsadas, alcanzando hasta el liderato de bateo. Este, como el premio al MVP, lo pelea con el novato maravilla de los Angelinos, en un final no extraño para él. Ya en 2006 y 2007 peleó el título de bateo de la Nacional (el segundo decidido el último día), cuando pegó para .339 y .328. Y en la Americana coronó titulándose en 2011 con .344. Ya en 2006 había sido líder con 37 jonrones, emulando las conquistas del Gran Gato.
Habitué de los mejores clasificados en average, cuadrangulares, carreras anotadas y empujadas, Obp, Slugging, Ops, hits y tubeyes, ha terminado a la cabeza en otros tres departamentos: 126 impulsadas en 2010, .420 y .448 de Obp en 2010 y 2011.
¿Se puede pedir más? Sí, porque a los 29 años Miguel Cabrera todavía tiene por delante temporadas que pueden ser muy buenas. Las mejores incluso, a pesar de la dificultad que supone lo alto que ha puesto sus cotas. En el están todas las condiciones para convertirse en el mejor bateador venezolano de todos los tiempos.
Los hitos
I
7 participaciones en el Juego de Estrellas de las grandes ligas tiene Miguel Cabrera: 2004, 05, 06, 07,10, 11 y 12
II
3 bates de plata en su vitrina: 2005, 2006 y 2010.
III
Su carrera, en números (hasta el 11-09)
Los números VB C H JR D T CI Slg. Ave
En el 2012 574 102 191 41 38 0 130 .613 .333
De por vida 5.615 954 1.788 318 384 13 1.114 .561 .318
(Hasta el viernes 21 de septiembre 2012)
Armando Naranjo
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