El papa Francisco dijo que los ateos, igual que los creyentes católicos, pueden tomar decisiones morales, en una carta sin precedentes publicada el miércoles en el diario italiano de izquierda La Repubblica con la que responde a las preguntas planteadas por el cofundador del periódico.
«La misericordia de Dios no tiene límites, si nos volvemos hacia él con un corazón sincero y arrepentido», dijo en esta carta el líder de 1.200 millones de católicos.
A la pregunta de si «el Dios de los cristianos perdona a los que no creen y no buscan la fe», el papa responde afirmativamente y asegura que «la cuestión para la gente que no cree en Dios es escuchar a sus conciencias. El pecado, incluso para aquellos que no tienen fe, es ir en contra de su propia conciencia».
«Escucharla y obedecerla significa decidir sobre lo que es bueno y malo», añadió.
La carta responde larga y detalladamente a las preguntas que el intelectual de izquierda y editorialista de la Repubblica, Eugenio Scalfari, un ateo declarado, formuló en julio y agosto al papa argentino sobre las relaciones entre la religión y el hombre y sobre la sociedad moderna.
Francisco le responde en las cuatro primeras páginas del diario. «La cultura moderna fundada en el siglo de las luces» acusa a menudo a «la Iglesia y a la cultura de inspiración cristiana» de representar «el oscurantismo de la superstición que se opone a la luz de la razón».
«Ha llegado la hora (…) de un diálogo abierto y sin prejuicios que puede reabrir la puerta a un reencuentro serio y fructífero», añade el papa que califica este diálogo de «valioso y merecido».
«Me siento a gusto escuchando sus preguntas y buscando con usted las vías por los cuales puede que podamos comenzar a hacer un tramo de camino juntos», añade Francisco en esta respuesta, su último intento de aproximarse a los no creyentes.
En un párrafo dedicado a los judíos, el papa escribe que «en las terribles pruebas sufridas a lo largo de los siglos», estos últimos «conservaron su fe en Dios y, por ello, nunca les estaremos lo suficientemente agradecidos, como Iglesia pero también como humanidad».
Por otro lado, el pontífice reconoce «la lentitud, las infidelidades, los errores y los pecados que cometieron y pueden cometer todavía aquellos que componen la Iglesia».