María Chacón, oriunda de Rubio, recién llega a Caracas, y se encuentra con las interminables colas del tránsito capitalino. Su residencia en el centro de la ciudad capital y su nuevo empleo en la zona industrial de Los Ruíces, próxima a Petare. Sus ojos quedan estupefactos en tanto se desplaza en una mototaxis por la avenida Libertador de Caracas. Una sola experiencia, una infracción de tránsito y un delito penal. Y ella, en medio de ambas situaciones, horrorizada.
De repente el motorizado le dice, ¡esto no es contigo, tú eres una cliente, y esto es un chancecito impelable! Se coloca al lado de un vehículo en marcha, saca debajo de su camisa una pistola, golpea el vidrio del automóvil y exige compulsivamente la entrega de celulares, carteras y prendas de los ocupantes. Satisfechas sus exigencias el motorista acelera su motocicleta y lleva cual si nada a su pasajera hasta el sitio antes indicado donde trabaja María Chacón.
La travesía de la pasajera no pudo ser más traumática. Montada en una motocicleta a velocidades no permitidas por la Ley, cambiándose de canal haciendo piruetas entre vehículos circulando, obviando semáforos con luces rojas de alto y paro, y, de paso, asida a la espalda de un asaltante portador de arma de fuego involucrada en un atraco a bordo de una moto. Lo que menos preocupaba a María Chacón era resultar ella también atracada. Lo menos que esperaba era un tiro en la espalda disparado por alguna autoridad policial.
Lo único que no es cierto es el nombre de María Chacón; pero esta experiencia es común en Caracas y otras ciudades del país. Como la de Juana Pérez, que choca con un motorizado que luego cae al suelo y se levanta para reclamar indemnización pecuniaria por supuestos daños materiales a su motocicleta. Llegada la “jauría” de motorizados conminan a la dama para ir hasta el banco y hacerle entrega de lo que tenga en la cuenta bancaria, bajo amenaza de destruir el automóvil que, entre tanto, ha quedado en custodia en plena vía pública hasta que se haga la llamada telefónica de que “ya se le limpió la cuenta a la vieja”.
La toma de las calles y avenidas de Chacao y de alrededores de Pdvsa La Campiña, el pasado miércoles 4 de septiembre, cuando motorizados en medio de una protesta destrozan un automóvil, golpean a una dama y malhieren a la hija menor de ésta en presencia de la Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana, es una muestra noticiosa de las tantas infracciones viales y actos delictivos cargados de violencia cometidos a diario por motoristas, toleradas inexplicablemente por las llamadas autoridades competentes. De simples infractores se han convertido en violentos delincuentes.
Hernán Papaterra / e-mail: hpapaterra@yahoo.com