En diciembre de 1991 ocurrió un fenómeno histórico de proporciones inconmensurables: ¡el entierro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas!, lo que produjo un hecho sociohistórico inimaginable que sepultó la profecía de Marx y seguidores socialistas: ¡la transición del socialismo al capitalismo en Rusia!
Aunque esta increíble transición se ha estado desarrollando ante nuestros ojos, izquierdistas de todos los pelajes no se han ocupado de estudiarla y teorizarla como si no fuese una realidad importante. La inmensa mayoría de ellos, padeciendo amnesia selectiva, sigue hablando de la transición del capitalismo al socialismo como si estuviesen viviendo en las décadas anteriores a 1990 y el socialismo no hubiese fracasado
La revolución rusa de 1917, liderada por Lenin, materializó la idea anunciada por los profetas socialistas del siglo XIX -con Marx sobresaliendo de lejos entre todos- de que el sistema capitalista estaba condenado a desaparecer y a ser sustituido por un “Modo de Producción” superior, el socialismo. Así como el capitalismo sustituyó y envió al pasado al feudalismo, a aquel ineluctablemente le ocurriría lo mismo. No podía ser de otra manera porque una “ley histórica” determinaba la evolución de la organización de la vida económica y social de los seres humanos. “Socialismo científico” llamó el barbudo de Treveris a su profecía para diferenciarla radicalmente del “socialismo utópico” que por algo así como amor a la humanidad patrocinaban toda una gama de pensadores a los que despreciaba por románticos, sentimentalistas, demagogos, benefactores de los obreros, etc.
La URSS… ¿Paraíso terrenal?
La superioridad del nuevo orden socio-económico socialista derivaba, en esencia, de la extinción de la propiedad privada de los medios de producción; es decir, de las empresas. Dicha propiedad privada era el rasgo que definía al capitalismo y de ella emanaba el capitalista explotador de la clase obrera.
Infinitas fueron las veces que en el siglo pasado, militantes y simpatizantes socialistas y comunistas repitieron en todos los países del mundo que en la URSS se había hecho realidad el Paraíso Terrenal para los trabajadores industriales, a los que Marx llamaba proletariado. Este Paraíso se fundaba en la propiedad colectiva, estatal, de fábricas y empresas. Se afirmaba que, al suprimir la clase de los capitalistas, el socialismo soviético había dado a luz un nuevo tipo de organización social que había eliminado para siempre “la explotación del hombre por el hombre”. Estaba determinado, entonces, que el futuro pertenecía al socialismo y sólo era cuestión de tiempo para que la transición del capitalismo al socialismo ocurriese en todo el globo terráqueo.
Todo pareció marchar según la profecía durante muchas décadas del sigo XX, al sumarse otros países al socialismo: China, los países de Europa Oriental, Cuba. “Les guste o no les guste, la historia está de nuestro lado. Nosotros los vamos a enterrar” fue una frase de 1956 con la que Nikita Kruschev resumió el optimismo que reinaba en los socialistas del mundo.
Extinción de la URRS
Pero, en diciembre de 1991 ocurrió un fenómeno histórico de proporciones inconmensurables: ¡el entierro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas! Y aquel fenómeno produjo un hecho sociohistórico inimaginable que sepultó la profecía de Marx y seguidores socialistas: ¡la transición del socialismo al capitalismo en Rusia! Aunque esta increíble transición se ha estado desarrollando ante nuestros ojos, los izquierdistas de todos los pelajes no se han ocupado de estudiarla y teorizarla como si no fuese una realidad importante. La inmensa mayoría de ellos, padeciendo amnesia selectiva, sigue hablando de la transición del capitalismo al socialismo como si estuviesen viviendo en las décadas anteriores a 1990 y el socialismo no hubiese fracasado como experiencia histórica y formase ya parte del pasado (en Venezuela y Latinoamérica para salirse por la tangente ingeniosamente han desechado el ineludible asunto con un añadido cosmético que venden como un aporte teórico, hablan del “socialismo del siglo XXI”).
De comunistas a multimillonarios
Los pocos “sociolistos” que mencionan superficialmente la transición rusa al capitalismo lo hacen disparando ideológicamente contra realidad, usando el concepto de “capitalismo mafioso” para dar cuenta de la aparición de la propiedad privada en Rusia. O sea, no observan el hecho central de lo que allá ocurre: en Rusia ha estado naciendo un capitalismo, ¡sin capitalistas! Porque no se pueden llamar tales a los antiguos funcionarios del régimen comunista soviético que se han apropiado de las empresas estatales. Estos se han convertido en ricos aprovechando la ubicación que tenían en las altas esferas del partido comunista, no son ningunos Rockefeller ni Bill Gates, capitalistas clásicos, que se hicieron ricos a través de las empresas que crearon y no robando los bienes públicos.
Baldomero Vásquez Soto