Hace 14 años que una familia guarenera decidió apostarle al éxito, abriendo las puertas de lo que se conoce como Inversiones Jabramar, especialista en empanadas y en la sabrosa fosforera de cada sábado
Julio Javier y su suegra Josefina se activan desde muy temprano en Jabramar, el negocio familiar que desde hace 14 años llevan adelante, en la avenida principal de la urbanización Leonardo Ruiz Pineda, de la ciudad mirandina de Guarenas.
“Perseverancia, mucha constancia y responsabilidad son la clave para cualquier emprendedor que quiere llevar adelante un negocio como este”, confiesa Julio¡, mientras atiende a su clientela de cada mañana, despachando las sabrosas empanadas de marinera, cazón, atún, queso, molida, mechada y hasta de pabellón, esta última muy buscada por su gran tamaño y la delicia del sazón criollo que le pone la señora Josefina a los guisos del día.
Todos para uno…
Jabramar debe su nombre a la combinación de los nombres de Julio Javier y su esposa Marjorie, así como de su hijo Brandon, y a juicio del administrador de este local, la intención de que sea un negocio familiar, se ha mantenido en el tiempo. “Todos hemos puesto de nuestra parte para llevar adelante el negocio, de hecho mi hijo me ha ayudado en sus vacaciones escolares, y a la señora Josefina le debemos los guisos, su sazón es muy importante; y mi esposa aunque trabaja por fuera de acá, ha trabaja duro también”, dice Julio Javier.
Lo más importante: el cliente
Y es que Inversiones Jabramar es un rincón agradable, donde lo más importante es la clientela, y sus dueños de hecho afirman que tratar bien al cliente ha sido el elemento básico para que en Jabramar se respire siempre armonía y confort.
La fosforera de los sábados
La tradicional sopa denominada fosforera que cada sábado ofrecen los encargados de Jabramar a su clientela, se traduce en el botón del éxito que se ha consolidado en el seno de esta familia de emprendedores, quienes recomiendan a quienes deseen emprender un sueño como el suyo, ponerle mucho empeño y recordar que las personas a quienes se les ofrece cualquier servicio, merecen respeto y estima. “Es duro, y hay que tener mucha responsabilidad”, finalizó Julio Javier.
Janeth Solórzano
janethmaye@yahoo.com